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‘El Monstruo’ planeaba autolesionarse para ejecutar fuga de penal paraguayo

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Una cajera de «Los Injertos del Cono Norte» reveló el plan de fuga del líder de la banda: autolesionarse, ir a un hospital y ser rescatado por sicarios antes de su extradición.

Erick Luis Moreno Hernández, alias ‘El Monstruo’, coordinaba desde su celda en Paraguay una fuga para evitar su extradición al Perú. Josselyn Guadalupe Balarezo Moreno, cajera de «Los Injertos del Cono Norte», reveló que el líder criminal tenía todo preparado para escapar mediante un operativo que incluía autolesionarse gravemente, forzar su traslado a un hospital y ser rescatado por sicarios. Las autoridades paraguayas ya recibieron la advertencia, mientras en Perú se exige acelerar el proceso de extradición.

El plan: de la celda al hospital

Moreno Hernández coordinaba su escape mediante videollamadas con operadores de confianza. El plan era simple pero brutal. Se provocaría heridas graves para forzar su traslado a un hospital. Allí tendría una ventana de escape preparada por sicarios.

«No sé si envenenarse, cortarse, no sé, pero se iba a autolesionar», confesó Balarezo Moreno. Esta sería la excusa para salir del penal bajo custodia. El objetivo era huir antes de ser extraditado al Perú, donde enfrenta cargos por liderar una red de extorsión, sicariato y cobro de cupos en Lima Norte.

Sicarios ya pagados

Balarezo confirmó que Moreno Hernández ya había pagado a un grupo de sicarios para el operativo. «No tengo la seguridad si ya viajaron, pero ya se tendrían que haber ido», sostuvo. El plan incluía el desplazamiento de delincuentes armados hasta territorio paraguayo.

El grupo tenía misiones específicas. Debían reconocer rutas del hospital asignado para el traslado. También preparar vehículos con placas falsas. Además, asegurar armas de largo alcance para neutralizar la custodia policial. Incluso contemplaban vestimenta para mimetizarse con personal de seguridad o sanitario.

El caso evidencia la capacidad operativa que mantienen estos líderes criminales desde prisión. Las videollamadas y los recursos para pagar sicarios demuestran que las redes delictivas siguen funcionando pese a la captura de sus cabecillas.