Acciones con IDL, caso Lava Jato y en Jurado Nacional de Elecciones le pasan factura al magistrado que busca seis meses más en el cargo
Pablo Sánchez enfrenta el final de su carrera como fiscal supremo. La Junta Nacional de Justicia no reuniría los cinco votos necesarios para ratificarlo en el cargo. Su pasado de presuntos intercambios de favores, presiones indebidas y decisiones polémicas lo condenaría cuando solo aspiraba a permanecer seis meses más en funciones.
La mentira que lo delató
Durante su entrevista con la JNJ, Sánchez negó categóricamente haber intercambiado favores con Delia Espinoza. Los cuestionamientos apuntaban a que votó para que ella asumiera como titular del Ministerio Público. A cambio, Espinoza habría archivado las denuncias que pesaban sobre él.
La versión del fiscal se desmoronó en horas. EXPRESO reveló que su hijo Diego se benefició directamente de Hugo Turriate Loayza. Este fiscal superior provisional fue colocado en el cargo por la propia Espinoza. Turriate archivó las investigaciones contra el vástago del magistrado, cerrando un círculo perfecto de favores mutuos.
Tráfico de influencias en el JNE
Diego Sánchez ingresó a trabajar en el Jurado Nacional de Elecciones gracias a la «recomendación» de su padre. El caso evidenció cómo el fiscal supremo utilizó su posición para beneficiar a su familia. Las investigaciones comprobaron la irregularidad del nombramiento, pero el archivo posterior borró cualquier consecuencia legal.
Presiones contra la prensa
El comportamiento indebido de Sánchez quedó registrado en 2018. Aprovechó su alto cargo para presionar a Rodrigo Rurush, periodista de IDL Reporteros. Rurush había solicitado información sobre el caso «Cuellos blancos del puerto». La presión buscaba silenciar la investigación periodística.
Tanto Espinoza como Tomás Gálvez reconocieron públicamente que aquello configuraba una falta grave. Sin embargo, argumentaron que la denuncia administrativa no se presentó en los plazos establecidos. El tema prescribió convenientemente.
La sombra de Odebrecht
Sánchez también carga con las críticas por su papel en el caso Lava Jato. Sus influencias marcaron el acuerdo de colaboración con Odebrecht. El resultado fue escandaloso: ningún cabecilla de esa organización criminal pisó la cárcel. El pacto dejó en libertad a quienes manejaron la mayor red de corrupción en la historia peruana.



