Alejandro Arteaga
El reciente discurso de la presidente Dina Boluarte en la 80.ª Asamblea General de las Naciones Unidas ha despertado críticas y reacciones en uno y otro sentido. Conversamos con el jurista Iván Torres La Torre, referente académico en Derecho y Ciencias Políticas, quien nos ayuda a poner en perspectiva los alcances de la intervención presidencial en la ONU, para el plano internacional y local.
-Dr. Torres La Torre, desde su experiencia académica y jurídica, ¿cómo valora el contexto político interno del Perú y de qué manera esta coyuntura condiciona la recepción del discurso de la presidente Boluarte en la ONU?
-El Perú atraviesa una etapa de recomposición política bajo el amparo constitucional y del Estado de Derecho. Lo relevante en coyunturas como la actual es mantener la solidez institucional; si el Estado no pierde la capacidad de ordenar la economía y garantizar continuidad en la política pública, se pueden alcanzar objetivos importantes. Considero que el discurso presidencial no ha sido un ejercicio retórico sino un acto de afirmación institucional; se ha proyectado estabilidad macroeconómica, continuidad de la democracia representativa y previsibilidad regulatoria, que son condiciones necesarias para consolidar la confianza interna y externa.
-¿Qué opina que la presidenta atribuya las protestas a “mafias corruptas” y que esto se considere por ciertos sectores políticos como un recurso de criminalización del adversario?
-No existe criminalización del adversario político cuando el Estado diferencia con precisión entre protesta legítima y violencia organizada. La protesta es un derecho constitucional que expresa pluralidad y participación; la violencia sistemática, en cambio, constituye un fenómeno delictivo que afecta a la seguridad nacional. Cuando se alude a “mafias corruptas”, no se está descalificando la voz ciudadana, sino describiendo con rigor jurídico a redes criminales que buscan instrumentalizar el conflicto social para socavar las instituciones. El discurso presidencial, en ese sentido, reafirma la vigencia del derecho a la protesta pacífica, pero traza una línea infranqueable frente a la criminalidad organizada.
-¿Considera que la promulgación de la ley de amnistía para las fuerzas de seguridad debilita la posición del Perú en materia de derechos humanos ante organismos internacionales?
-La figura jurídica de la amnistía debe analizarse bajo el esquema de la constitucionalidad, de las prerrogativas del Poder Legislativo y de los estándares interamericanos e internacionales de Estados que han tenido experiencias similares y reconstruyeron sus bases políticas a partir de la reconciliación y recomposición de sus sociedades. El verdadero aporte del discurso presidencial ha sido reafirmar que la defensa de las fuerzas del orden se hará dentro de los cauces de la legalidad. De esta manera, el Perú se proyecta como un Estado que protege a quienes cumplen con el deber constitucional, pero que al mismo tiempo honra sus compromisos internacionales y mantiene intacta su legitimidad democrática, motivo por el cual no se debilita la imagen internacional del país, sino que, por el contrario, se fortalece.
-El mensaje central de la presidente fue que “el Perú es un país de confianza” para la inversión. ¿Cree usted que este énfasis económico es suficiente para contrarrestar la desconfianza generada por la crisis política y social?
-Excelente pregunta. En primer lugar, es importante tener claro que la confianza de los inversionistas no se gana con un simple recurso discursivo, sino con voluntad política y con acciones medibles en resultados, que parten por construir, respetar y mantener marcos normativos estables que demuestren que existen reglas claras y por ende, seguridad jurídica. En este orden de ideas, es importante destacar el énfasis económico del discurso presidencial en transmitir confianza, lo que se traduce en una clara expresión de voluntad política orientada a trabajar para que el país sea visto como un socio confiable en el escenario global.
-¿Qué tan riesgoso es que un discurso presidencial busque hablar al mismo tiempo a la comunidad internacional y a la opinión pública nacional?
-El discurso presidencial, en un foro internacional como la ONU, cumple necesariamente una doble función comunicativa: debe dirigirse a la comunidad internacional y al mismo tiempo, a la nación representada, en la medida que el discurso presidencial proyecta la imagen del Estado ante el mundo. Es importante tener en cuenta que el discurso presidencial ha proyectad al Perú y al mundo, una posición de legitimidad democrática, compromiso social y visión geopolítica hacia el 2050.
-¿Se podría afirmar que las interrupciones de micrófono que sufrió la presidente durante su intervención afectan la imagen del país, fueron un exceso de la organización o son simples anécdotas que suceden en estos espacios?
-Definitivamente un incidente técnico o el uso de mecanismos para controlar los tiempos en un foro internacional, no debilita la imagen de la presidente ni mucho menos afecta la imagen del país. Lo que realmente trasciende es la serenidad con que se maneja la situación y la claridad de los contenidos transmitidos.
-Algunos medios destacaron el mensaje económico y otros criticaron el silencio sobre los derechos humanos ¿cómo interpreta esta cobertura polarizada que se ha dado al discurso presidencial?
-Considero que la mediática responde más a interpretaciones particulares, que al contenido del mensaje presidencial y que es parte de la libertad de expresión y de prensa que se respeta en el país. Ante ello, la respuesta adecuada no es la confrontación, sino demostrar que el mensaje presidencial es sólido, responsable y que no ha tenido silencios; por el contrario, ha sido bastante claro y consistente al demostrar la posición política del Perú.
-¿Qué efectos podría tener este discurso en la política exterior del Perú y en su relación con organismos multilaterales y ante la comunidad internacional?
-Como lo he sostenido en respuestas anteriores, el discurso presidencial ante la Asamblea de las Naciones Unidas, reafirma al Perú como un actor comprometido con una diplomacia de intereses estratégicos de apertura comercial, transición energética y visión geopolítica global. El discurso abre un horizonte de largo plazo: el Perú al 2050 como un actor geopolítico estratégico en el Pacífico, con puertos, energía y ciencia como plataformas de integración.
-Finalmente, si tuviera usted que hacer una evaluación jurídica y técnica, ¿qué destacaría en este discurso presidencial ante la ONU?
-Es importante destacar la responsabilidad con la estabilidad democrática, la firmeza y la coherencia de los mensajes con la voluntad política de generar cambios hacia la unidad nacional. Chancay, el nuevo aeropuerto internacional Jorge Chávez y los demás megaproyectos en camino deben cuidarse y lograrse para alcanzar el verdadero salto económico que tanto buscamos y pedimos, pero que vendrá siempre que se garantice, como lo he indicado, estabilidad jurídica y regulatoria, acompañada de desarrollo sostenible con responsabilidad social y ambiental.