Por RICARDO GONZALEZ VIGIL
(Hace 30 años se publicó el primer poemario de José Beltrán Peña, titulado, Evangelio de la poesía, bajo el sello de Gaviota Azul Editores. La presentación se realizó en el Pub Songoro Cosongo de Barranco. Tuvo como único presentador al Dr. Ricardo González Vigil, he aquí parte de las palabras que vertió )
Creo que es muy característico, ese apostolado que hay detrás de José Beltrán Peña. Él asume la cultura peruana, y de modo muy específico la poesía, como una labor apostólica. En uno de los textos que emplea forma que hace recordar la poesía japonesa. Llega a decir: la función del poeta / es hacer de sus lectores / apóstoles de la palabra. Esa tarea ha estado siempre presente en Beltrán Peña. En sus columnas culturales primero, en las revistas y en los grupos culturales que anima con tanto entusiasmo y en las antologías.
La prioridad de difundir a otros
Él se ha preocupado mucho más por difundir a otros primero. Y recién ahora, cuando ya tiene todo un aval detrás, a diferencia de lo que suele ser en el gremio tan egoísta, tan ególatra, se dedica a difundir lo suyo. Ha preferido primero compartir, dejar la sensación de partir con otros, para luego entregarnos un texto que yo creo tiene la autoridad que le da toda la labor previa. Porque es muy comprometedor publicar un poemario, un primer libro que tiene ese título: Evangelio de la poesía. Obra en donde la calidad de testimonio, de verdad, de fondo, de tarea, de propalar la buena nueva, de la creación poética en donde encuentro aparte del valor estrictamente verbal, estrictamente artístico que tienen las paginas, también ese otro valor agregado que el libro reclama. El valor de una misión humanizadora, de una visión que trasciende las páginas y nos convierte en apóstoles a todos. Esa tarea sale de lo puramente verbal y le da una dimensión que lo enriquece.
Una vanguardia con alma matinal
Tiene el valor de las cosas que han sido largamente preparadas. No provienen de ningún hobby, de ninguna actitud superficial, una actitud que quiera simplemente llamar la atención. A mí me seduce mucho de este libro, esa estirpe, esa asimilación de lo que podríamos llamar un vanguardismo o una segunda vanguardia o una nueva vanguardia. Hay una actitud vanguardista, no en el sentido limitado de la palabra de vincularse de una manera que podría ser hasta retro; sino, un poco como superado a ciertos itsmos de vanguardia del año tal, del manifiesto tal. Tampoco en el sentido reducido porque, por ejemplo, ello impediría que el libro pueda también juntarse con algunos poemas que tienen una factura narrativa menos vanguardista. Incluso, como les decía con textos que están entre el haiku y una especie de apotegmas o una especie de pensamientos que se ha cristalizado en una imagen, es decir esto está abierto a una poesía que tiene largos siglos de tradición como es la poesía japonesa o como puede ser la literatura de los apotegmas.
No es una vanguardia reducida o cerrada, pero sí es, en el sentido más profundo que se expresa externamente con el uso de la poesía visual, con los juegos de las letras, como el manejo de la diagramación. Es una actitud vanguardista en el sentido profundo porque yo creo que la esencia que hay en la vanguardia está expresada con una frase que acuñó nuestro gran escritor José Carlos Mariátegui, creo que los grandes vanguardistas tienen alma matinal, son personas que precisamente se consideran que están abriendo la trocha, abriendo el surco para que venga como en la vanguardia de un cuerpo de un ejército, para que venga la realización ya compacta, madura a un nivel colectivo de lo que ellos están anticipando pero propagando.
La creación y el rechazo a la oscuridad
La vanguardia es abrir el camino, es tener alma matinal, el alma que anuncia el futuro. Es creación, es estar siempre brotando, naciendo, recuperando esa energía, esa poiesis, ese dinamismo. Como diría Huidobro, está en el poder creador de toda la naturaleza y los poetas también deben asumirlo y no reproducir ya los objetos que han sido creados por la naturaleza, sino equipararse con la naturaleza. Ellos mismos, deben convertirse en personas creadoras de objetos artísticos. Esa vanguardia que han sabido ilustrar gente como el pensamiento de Mariátegui, como nuestro extraordinario poeta, Vallejo o Altazor de Huidobro o los grandes vanguardistas europeos y no los itsmos, no los extremos, es lo que yo creo que acá se conserva y con elementos que uno podría recordar de los poetas que he mencionado o de Oquendo de Amat y con la nueva vanguardia de los años 60 o 70.
Una verdad profunda
Beltrán Peña está asimilando una larga tradición, está diciéndonos el mensaje siempre nuevo, siempre necesario de la poesía. Y, como un evangelio, identifica a la poesía con la vida y con el amor, recreando esas frases bíblicas que Dios es amor, yo soy el camino, la verdad y la vida. Todo eso está recreado con bastante sutileza, a veces, puede parecer externamente, como ocurre con la vanguardia una cosa lúdica, incluso que juega con el disparate dadaísta o que juega con la greguería diría Gómez de la Serna.
Pero detrás de eso, hay una verdad profunda hay una comunión a favor de la vida, a favor del amor, a favor de la creación. Pero también un rechazo como en esos poemas con menciones muy concretas de nuestra realidad actual, de nuestra depredada, de nuestra empobrecida realidad de un país resentido como dice Toro Montalvo. No es sordo ni ciego, pero sabe que frente a esa oscuridad, a esas tinieblas, el amor, la vida, la poesía sean la única buena nueva posible, son la única salida posible. Hay un apostolado constante en el libro. Por eso me parece interesante cuando él hace un montaje con la palabra poema, la cual hace que constantemente salga la posibilidad de leer: amo, ame, lo pone de tal manera que permite que uno lea y haga unas combinatorias como sacando de la misma palabra poema que es la expresión más clara del amor, un evangelio que a través de la poesía viene a humanizarnos.
Un libro sólido y necesario
Por todas estas consideraciones, estamos ante un primer libro que representa a una persona que tiene una ruta creadora. No es un mero libro de búsqueda, de tanteo. Es un libro en el cual de alguna forma Beltrán Peña, viene a cristalizar una búsqueda que él ha desarrollado hace varios años. Búsqueda a lo largo de poemas dispersos en revistas, de alguna plaquette, pero que por fin cuaja en un libro que era necesario que publicara. Es un primer paso sólido que muestra las posibilidades de un poeta con sensibilidad, con espíritu de juego, pero también de profundidad, con una concepción de la vida interior, sin olvidarse también de la realidad extrema del país que a él le duele, a él le lacera. Aplaudo y agradezco por haberme dado la oportunidad, de estar minutos juntos con él y decirle: muchas gracias José Beltrán Peña. Y quisiera de alguna manera también sumarme y decirte, todos somos apóstoles de la poesía y nos sentimos tocados cuando leemos tu libro, como cuando leemos algo auténtico, algo profundo.
