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Delia Espinoza elude audiencia clave mientras insiste en persecución contra fiscal crítico

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Fiscal de la Nación Delia Espinoza prefiere dar entrevistas a medios antes que sustentar personalmente su cuestionado pedido contra Tomás Gálvez

La fiscal de la Nación Delia Espinoza demostró una vez más su estilo evasivo al no presentarse a sustentar su polémico pedido para mantener suspendido al fiscal supremo Tomás Gálvez. Envió en su lugar al fiscal provisional Hernán Mendoza, quien repitió argumentos débiles mientras desviaba el debate con ataques personales y referencias conspirativas contra periodistas y políticos. La actitud de Delia Espinoza revela tanto su temor a debatir públicamente sus decisiones como su empeño en silenciar a un fiscal que ha denunciado irregularidades al interior del Ministerio Público.

Una ausencia que habla más que mil palabras

Mientras Delia Espinoza sí tiene tiempo para conceder entrevistas a diversos medios, inexplicablemente faltó a una audiencia crucial donde se discutía la suspensión por 36 meses de Gálvez. Esta selectiva disponibilidad evidencia sus prioridades: más interesada en manejar su imagen pública que en asumir personalmente las controversias que ella misma genera.

La delegación en Mendoza, un fiscal que también representa al Ministerio Público en el juicio contra Pedro Castillo, sugiere una clara estrategia de evitar el escrutinio directo. Espinoza parece consciente de lo indefendible de su posición, pues el Tribunal Constitucional y la Junta Nacional de Justicia ya declararon ilegal la destitución de Gálvez.

Argumentos frágiles y contradicciones evidentes

Mendoza repitió mecánicamente el discurso de Espinoza, calificando a Gálvez como «delincuente» sin presentar pruebas concretas. La acusación resulta particularmente grave viniendo de una institución que debería garantizar el debido proceso.

El fiscal provisional incluso argumentó que Gálvez «podía usar su regreso al cargo para delinquir», un razonamiento absurdo que equivaldría a suspender preventivamente a cualquier funcionario por supuestas intenciones. Este criterio, de aplicarse consistentemente, llevaría al colapso del sistema judicial.

El verdadero motivo: silenciar las críticas

El historial de Gálvez explica la saña con que Espinoza lo persigue: es el fiscal que denunció irregularidades en el manejo de casos por parte de Rafael Vela y José Domingo Pérez, dos figuras cercanas a la actual administración del Ministerio Público.

En lugar de abordar estas denuncias con transparencia, Espinoza prefiere la estrategia de desacreditar y apartar al mensajero. Su gestión parece guiada más por el espíritu de cuerpo que por el compromiso con la justicia.

El bochornoso espectáculo de las descalificaciones

La audiencia degeneró en un intercambio de insultos cuando Mendoza, en clara demostración de poca profesionalidad, se dedicó a repetir declaraciones polémicas de Gálvez sobre otros fiscales:

  • Que Pablo Sánchez y Zoraida Ávalos «se mueren de hambre»
  • Que José Domingo Pérez es «inimputable»
  • Que Pérez y Rafael Vela son «tal para cual»

Pero lo más revelador fue cuando Mendoza, reflejando la paranoia de Espinoza, sacó a colación supuestas conexiones con el periodista Gustavo Gorriti y el expresidente Martín Vizcarra: «Es de ese grupo, en referencia a lo que denomina Gustavo Gorriti, Vizcarra y compañía».

Esta declaración expone la mentalidad conspirativa que domina la actual Fiscalía: incapaz de defender sus posiciones con argumentos jurídicos, recurre al viejo truco de inventar enemigos externos.

Un patrón de conducta preocupante

La actuación de Espinoza en este caso consolida un patrón de comportamiento:

  1. Persigue a fiscales independientes
  2. Elude el debate público cuando le conviene
  3. Delega en subalternos las posiciones más controversiales
  4. Reemplaza el derecho con la descalificación personal

Mientras el Tribunal Constitucional ya falló a favor de Gálvez, Espinoza insiste en mantenerlo fuera mediante artimañas procesales. Esta terquedad no habla de convicción jurídica, sino de obcecación personal.

El costo para la institución

El verdadero perjudicado en este affaire es el Ministerio Público, cuya credibilidad se erosiona cada vez que su máxima autoridad:

  • Prioriza vendettas personales sobre la justicia
  • Demuestra miedo al debate transparente
  • Gasta recursos en perseguir críticos en lugar de combatir la corrupción

La ciudadanía merece una Fiscalía que luche contra la delincuencia, no que se comporte como una mafia que elimina a sus disidentes. Espinoza, con actitudes como esta, demuestra no estar a la altura del cargo que ocupa.

Lo que viene

El caso continúa su curso, pero cada movimiento de Espinoza refuerza la percepción de que busca mantener a Gálvez fuera por cualquier medio necesario. La pregunta que queda es: ¿qué teme exactamente la fiscal de la Nación que pueda hacer o decir un fiscal supremo que ya fue reinstalado por las máximas instancias judiciales del país? La respuesta, aunque Espinoza no quiera admitirlo, parece estar en las denuncias que Gálvez podría reactivar contra su administración.