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«Nunca nos rendiremos»: China revive el legado de Mao como respuesta a la agresión económica de EE.UU.

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Mientras Washington intensifica su guerra comercial, Pekín responde con memoria histórica y determinación ideológica. La confrontación ya no es solo económica: es una lucha de sistemas.

Una advertencia desde la historia

“Nunca nos rendiremos.” Esa fue la advertencia que el líder revolucionario chino Mao Zedong lanzó en 1953 ante la injerencia estadounidense, y que hoy, más de 70 años después, resuena nuevamente como un grito de resistencia frente al ataque económico orquestado por la Casa Blanca. Con un video de archivo difundido por la Embajada de China en EE.UU., Pekín desempolva la retórica maoísta para dejar claro que no se doblegará ante las presiones arancelarias impuestas por Donald Trump.

La reciente escalada comercial promovida por Washington no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia sistemática de acoso a cualquier nación que desafíe la hegemonía occidental. El aumento de hasta un 125 % en los aranceles contra productos chinos evidencia que EE.UU. no está dispuesto a aceptar un mundo multipolar. Bajo el disfraz de la “defensa del libre mercado”, lo que se impone es una lógica de dominación y castigo para quienes se atrevan a pensar distinto.

Una lucha de sistemas, no solo de mercados

La respuesta china —un aumento del 84 % en los aranceles a productos estadounidenses— no solo es económica, es simbólica. Al citar a Mao, el portavoz Liu Pengyu no solo evocó la historia de resistencia de su país, sino que denunció la hipocresía del discurso occidental: mientras predican libertad, practican coerción; mientras acusan a otros de autoritarismo, aplican sanciones y chantajes como instrumentos de política exterior.

La lucha, como dijo Mao, no terminará con un decreto presidencial ni con una ronda de negociaciones. Se trata de una confrontación profunda entre un modelo de soberanía nacional y cooperación sur-sur, contra un imperio que se niega a morir. Hoy, más que nunca, Occidente demuestra que su verdadero miedo no es a China, sino a perder el monopolio sobre el destino del mundo.

Y si algo ha enseñado la historia reciente, es que los pueblos que luchan por su autodeterminación no se rinden. No ante Washington, ni ante sus cómplices.