Por Renato Medina
Se vienen dos amistosos preparatorios teniendo en la mira las clasificatorias sudamericanas que se inician en setiembre. Enfrentaremos a Alemania primero y luego a Marruecos. ¿Sirven para algo estos partidos? Sin duda que sí, si es que se toman no solo como un partido más, sino de manera responsable, pensando en nuestros primeros rivales, Paraguay y Brasil.
Es claro que tener enfrente a Alemania es casi lo mismo que chocar con Brasil. Al margen de la diferencia (histórica) de juego de los teutones con los cariocas, se trata de selecciones de mucha jerarquía a quienes les gusta el protagonismo del juego, gracias a la calidad de sus jugadores. Este partido debería ser perfecto para ensayar la estrategia de juego que se deberá implementar cuando enfrentemos a Brasil.
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En el caso de Marruecos, nadie puede dudar el crecimiento futbolístico de los africanos, puesto de manifiesto en el último mundial de Qatar, con grandes jugadores como Hakimi y Ziyech, solo por nombrar a los más resaltantes. Este encuentro podría ser ideal para preparar nuestra visita a Asunción cuando la blanquirroja choque ante Paraguay.
Sin embargo, hay que ser claros e indicar que el cuadro marroquí es mucho mejor que el paraguayo, tiene mejor fútbol y presiona muy bien la salida del rival, a diferencia de los guaraníes, que basan su juego en un orden táctico, fuerza, y verticalidad, sobre todo a la hora de atacar.
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Por parte de nuestra selección, hay expectativa por ver en qué nivel, sobre todo mental, se encuentra el jugador peruano. La era Gareca pasó, y esa confianza y convencimiento de que las cosas son posibles se pondrán a prueba tras estos dos cotejos. Además, se debe pensar en el recambio generacional que, no es novedad, urge implementar.
Reynoso tiene esa gran responsabilidad, de hacer olvidar, en el buen sentido, al ‘Tigre’ Gareca, implementando su idea de juego en jugadores que tienen mucha experiencia, y consolidar un crecimiento del futbolista peruano. Tarea difícil, no imposible.