El Perú es históricamente presidencialista y en los últimos años padece el asalto parlamentarista como medio que llegar al gobierno; vivimos la instalación de un desgobierno congresal o cacocracia (gobierno de los ineficientes) parlamentaria. El fujimorismo, con el desconocimiento a PPK y su mayoría absoluta en el congreso del 2016 (73 parlamentarios) provocó una crisis de gobierno cada vez más profunda; desde el congreso motivaron la renuncia del presidente, negociaron con Vizcarra y lo convirtieron en presidente; luego éste los traicionó, creó una crisis que detonó en la censura del segundo gabinete y la disolución de ese congreso; el nuevo congreso, luego de la renuncia de la vicepresidenta Araoz, vacó a Vizcarra y “logró” que su presidente Manuel Merino asuma la Presidencia de la República, pero tuvo que renunciar 5 días después debito a la protesta ciudadana; el congreso renovó mesa directiva y su nuevo presidente, el congresista Francisco Sagasti, de un partido que no había participado en las elecciones del 2016, asumió, por sucesión constitucional y transitoriamente, la presidencia del Perú.
Iniciamos el gobierno con 2 presidentes electos el 2016 y terminamos con 2 presidentes que sin participar en las presidenciales del 2016, surgieron en elecciones congresales complementarias del 2020. Elegimos presidentes que destituimos y congresistas que terminan de presidentes. El presidencialismo con instituciones parlamentarias introducido eclécticamente en las constituciones de 1979 y 1993 es causante y detonante de gran parte de nuestra crisis. Funcionó con partidos, no funciona con vientres de alquiler, clubes electorales y organizaciones criminales. Debe revisarse para recuperar el equilibrio de poderes que garantice vivencia democrática.
Continúa en nuestra sección impresa:Diario Uno | Domingo 26 de febrero del 2023