Décadas atrás, los exámenes para cualquier opción laboral, docente, investigación, estudio, etc., incluían la prueba de comprensión de lectura.
Con el pasar de los años, aparecieron los sabios lectores de titulares periodísticos, cuya imaginación, sin leer contenidos, prefiguraba un desarrollo de acuerdo a sus inclinaciones personales. Leían A y terminaban en Z, cual teléfono malogrado.
No sólo eso. Deducen algunos subnormales que leer la primera plana de un diario es un tema peligroso por el riesgo de “contagiarse” de su línea editorial.
Otros, no menos idiotas, meten en un mismo saco a todos los periodistas y concluyen, luego de magno esfuerzo mental, que los redactores son devotos de un patrón de pensamiento único. En castellano mondo y lirondo: “comunistas, topos, senderistas, violentistas”.
En tiempos como los actuales en que la cacería de brujas se aplica por quítame estas pajas y si cargas algún dinero, te detienen e ipso facto, eres sospechoso de financiar el alimento y vituallas diversas que los manifestantes requieren, como cualquier otro mortal.
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Columna_Raquítica comprensión de lectura