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Gálvez desmonta herencia de Espinoza: Fiscal interino desactiva núcleo de poder enquistadi en el Ministerio Público

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Movimientos estratégicos desarticulan red de fiscales cuestionados por manejo irregular de casos emblemáticos.

Salida de Peralta y reestructuración en Lava Jato rompen con modelo de fiscales intocables heredado de gestión anterior.

Gálvez enfrenta resistencia de sectores que se beneficiaban del statu quo y ahora pierden espacios de control institucional.

El fiscal de la Nación interino, Tomás Gálvez, ejecuta una reorganización en el Ministerio Público que incluye movimientos en casos sensibles como Lava Jato y Cuellos Blancos, buscando oxigenar una institución golpeada por la crisis desatada tras la inhabilitación de Delia Espinoza y las denuncias de manejo irregular en investigaciones de alto perfil.
Tomás Gálvez asumió el Ministerio Público en circunstancias turbulentas y ahora intenta poner orden donde antes reinaba la confusión. Los cambios que viene ejecutando responden a una necesidad de reorganizar una institución que arrastra cuestionamientos por el manejo de casos emblemáticos y por designaciones que generaron sospechas de conflictos de interés. La salida de fiscales cuyas actuaciones levantaron dudas y la redistribución de cargas procesales buscan recuperar credibilidad en un aparato que perdió legitimidad ante la opinión pública. Las acusaciones de interferencia pierden fuerza cuando se constata que varios de los movimientos apuntan a corregir errores heredados de la
gestión anterior.
La reorganización alcanza a equipos que investigaban casos sensibles, pero también afecta a fiscales que enfrentan procesos judiciales o disciplinarios que comprometen su capacidad para ejercer el cargo. Gálvez no inventó estas situaciones: las heredó. Su respuesta ha sido
técnica, apegada a las facultades que le otorga la ley y orientada a garantizar que las investigaciones continúen sin los vicios que las marcaron en el pasado.
JUÁREZ ATOCHE: ASCENSO
TRAS AÑOS EN LAVA JATO
El fiscal Germán Juárez Atoche dejó el Equipo Especial Lava Jato después de años dedicados a investigar la trama de corrupción vinculada a Odebrecht. Su salida no representa un castigo sino un ascenso: fue designado fiscal superior provisional en el
Distrito Fiscal de Lima Centro, asumiendo funciones en la Tercera Fiscalía Superior Nacional Especializada en Delitos de Lavado de Activos. El movimiento implica un reconocimiento a su trayectoria y abre espacio para que nuevos fiscales aporten perspectivas frescas en un
caso que se ha estancado en trámites burocráticos.
La decisión también responde a la necesidad de evitar que un mismo grupo de fiscales monopolice investigaciones por tiempo indefinido. La rotación es saludable cuando se ejecuta con criterio técnico y sin intenciones espurias. Juárez Atoche no fue enviado al ostracismo: se le confió un despacho relevante en materia de lavado de activos, donde podrá aplicar la experiencia acumulada en Lava Jato sin quedar anclado a un solo expediente.
PERALTA SALE TRAS
ORDEN DE PRISIÓN
Elizabeth Peralta fue retirada de la Tercera Fiscalía Superior Nacional Especializada en Lavado de Activos luego de que el Poder Judicial ordenara prisión efectiva en su contra por el caso Chibolín.
Su salida no fue voluntaria ni arbitraria: fue consecuencia directa de una resolución judicial que la inhabilita para ejercer funciones. Mantenerla en el cargo habría sido una afrenta a la legalidad y un gesto de complicidad con la impunidad.
La fiscal enfrenta además un
proceso disciplinario ante la Autoridad Nacional de Control del Ministerio Público, lo que generó su separación preventiva. Gálvez se limitó a formalizar lo que la justicia ya había determinado. Su retiro permitió reorganizar el equipo de fiscales superiores en lavado de activos y abrir paso a la designación de Juárez Atoche en ese despacho. La situación de Peralta es grave y su continuidad en el cargo habría sido insostenible.
RAMOS NAVARRO Y MELGAR
CÁCERES: AJUSTE EN
CUELLOS BLANCOS
El fiscal Juan Paúl Ramos Navarro, quien investigaba parte del caso Cuellos Blancos del Puerto, fue removido y enviado a una fiscalía de apelaciones en Sullana. En su lugar quedó Iván Vladimir Melgar Cáceres, un fiscal superior que ahora tendrá bajo su responsabilidad la investigación que alcanza al propio Gálvez.
La medida ha generado suspicacias porque Melgar mantiene audios del 2017 con exintegrantes del desactivado Consejo Nacional de la Magistratura, vinculados al mismo caso Cuellos Blancos.
El cambio puede leerse como un movimiento arriesgado o como un intento de oxigenar una
investigación que no avanzaba. Ramos Navarro llevaba tiempo en el caso sin resultados concluyentes, y su traslado responde a la lógica de que ningún fiscal debe eternizarse en un expediente. Melgar Cáceres tendrá que demostrar que su designación no obedece a intereses espurios y que puede investigar con independencia, incluso cuando el investigado sea quien lo nombró. La prueba de fuego será su actuación en los próximos meses.
OTROS MOVIMIENTOS EN LA
REORGANIZACIÓN
Las resoluciones firmadas por Gálvez también alcanzaron a fiscales provinciales y superiores sin vínculo directo con Lava Jato o Cuellos Blancos. Sandra Vanessa Tamara Ramírez fue designada como fiscal adjunta provincial provisional en la Fiscalía Especializada contra la Criminalidad Organizada del Callao, tras la renuncia de Patricia Del Pino Bellina en Lima Centro. Víctor Raúl Pareja Guerrero fue asignado al 2.º Despacho de la Fiscalía Corporativa de Ventanilla, respondiendo a necesidades operativas en despachos con alta carga procesal.
La Fiscalía de la Nación dispuso la continuidad de trámites administrativos para completar
la reasignación de personal, lo que involucra a fiscales como Jorge Antonio Cuadros Dioses en Piura y Johnny César Tejada Ramírez en la Fiscalía Antidrogas de Ayacucho. Estos movimientos forman parte de una estrategia más amplia para redistribuir cargas y evitar que ciertos despachos colapsen mientras otros permanecen subutilizados.
DATO:  EL FISCAL GERMÁN JUÁREZ ATOCHE, después de años en el Equipo Especial Lava Jato, fue ascendido a fiscal superior provisional en Lima Centro, asumiendo funciones en lavado de activos. Su salida del equipo representa un reconocimiento a su trayectoria y abre espacio para nuevos fiscales en una investigación que se había estancado. El movimiento también permitió reorganizar el área tras la salida forzosa de Elizabeth Peralta, quien enfrenta prisión efectiva por el caso Chibolín.

Una oportunidad para romper con vicios heredados
La reorganización impulsada por Gálvez pone sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿cuánto de la crisis del Ministerio Público responde a sus decisiones y cuánto a la herencia recibida? Los cambios ejecutados hasta ahora tocan casos y fiscales que ya generaban controversia antes de su llegada. Peralta enfrentaba prisión efectiva, Ramos Navarro no avanzaba en Cuellos Blancos y el Equipo Especial Lava Jato llevaba años sin resultados contundentes. Gálvez tiene la oportunidad de demostrar que estos movimientos obedecen a criterios técnicos y no a intereses políticos. Si fracasa, la responsabilidad será suya. Si acierta, el Ministerio Público podría recuperar algo de la credibilidad que perdió en los últimos años. El tiempo dirá si estamos ante una reforma necesaria o ante otro episodio de maquillaje institucional.