
La Feria Internacional del Libro de Lima (FIL Lima) 2025 ha cerrado sus puertas con cifras récord de visitantes. Entre sus éxitos editoriales resalta con particular fuerza en la categoría infantil: «Catalina. Una capibara pequeña, cojita, miope» de Edgar «Fabulinka» Bendezú. La Cámara Peruana del Libro lo ha confirmado. Fue uno de los títulos más buscados, evidenciando el indudable impacto y popularidad de este autor entre el público infantil. Sin embargo, detrás de este logro hay una amarga verdad: el persistente abandono estatal a los escritores que, como Bendezú, dedican su vida a sembrar el hábito lector y pensamiento crítico en la sociedad, sin recibir justa compensación.
Un legado de más de treinta años sin la difusión que se merece
Edgar Bendezú, conocido por su seudónimo «Fabulinka» –que nació de la voz de los propios niños, quienes lo ven «fabuloso, trabajador y viajero como los incas»–, no es un recién llegado al panorama literario. Por más de tres décadas, este escritor y cantautor peruano ha recorrido el país. Guitarra al hombro, ha llevado su arte, juego, humor y alegría a través de sus canciones rimadas, poesías y cuentos. Su obra, publicada por la UNESCO, el MINEDU y el ICPNA, ha sido merecedora de galardones como el Premio Nacional de Literatura Infantil APLIJ, el Premio Nacional Horacio, entre otros reconocimientos. Títulos como «Canto de loritos», «Cuentos que hacen cosquillas», “Fabulinka, un reino en peligro”, «El gato con ojotas» y «Cuentos clásicos» son solo una muestra de su vasto repertorio. El mundo mágico de los niños y en la revalorización de personajes autóctonos es su objetivo.
Dejó el magisterio para salir a cantar a los niños
Su visión pedagógica, lo llevó a dejar el magisterio para enseñar a través de la música y las historias cotidianas que creaba. Sabía que dejaba la seguridad de un trabajo fijo por aventurarse a llevar su arte a miles de niños. Hoy en día, muchos adultos lo reconocen porque en su infancia lo oyeron cantar o leyeron sus libros y aprendieron a pensar. Esto se refleja, por ejemplo, en la perspicaz «Protesta Infantil»: «En casa mi mamá me dice shssss!/ y en la escuela mi maestra/ me dice: shssss! /Yo me pregunto: / ¿me están educando/ para ser zancudo/ o para ser mudo?». Una pregunta incisiva que resuena en la mente de cualquier adulto consciente. Eso demuestra la profundidad de su compromiso con la formación de ciudadanos críticos.
El Silencio del sistema ante voces transformadoras
Pese a esta trayectoria tan prolífica y a su incansable labor de capacitar a colegas llevando la literatura a los rincones más alejados del Perú, Edgar Bendezú ha recibido un nulo apoyo del Estado. La indiferencia es aún más flagrante si consideramos que un infarto le ha menoscabado su capacidad de tocar guitarra, una herramienta fundamental en su trabajo. A pesar de las adversidades, «Fabulinka» persiste en su lucha y comparte su sueño con otros escritores, como los hermanos Ataucuri García. La literatura, además de ser estandarte de la libertad de ideas, es también una verdadera herramienta de transformación social.
¿Acaso el sistema teme a un público lector crítico?
Esta desidia estatal no puede interpretarse sino como una alarmante señal. ¿Acaso escritores como «Fabulinka», que promueven un público lector crítico y que no se deje manipular, resultan inconvenientes para ciertos poderes? En un país que clama por salir de la pobreza mental, la discriminación, la ignorancia y el clasismo, ¿cómo es posible que se ignore y se abandone a quienes dedican su vida a combatir precisamente estos males a través del arte y la educación? La popularidad de «Catalina. Una capibara pequeña, cojita, miope» en la FIL Lima 2025 es un testimonio del anhelo de la sociedad por voces como la de «Fabulinka». Es hora que se valorice el trabajo de escritores como él. Que se rompa esa argolla donde solo se benefician unos literatos por la fortuna de haber nacido con vínculos o por desmarcarse de cualquier compromiso social.
Finalmente, agradecemos a Edgard Bendezú Palomino, por su constancia, por su atrevimiento, por su creatividad y por su fe en la humanidad.
