Por: Jorge Verastegui
Hace 35 años, en 1990, sucedió un acontecimiento que dinamitó la institucionalidad de la política peruana. Este hecho fue la apertura al régimen fujimorista y un duro golpe a la lucha contra el terrorismo.
Hace 35 años, el 9 de julio de 1990, ocurrió un hecho sorprendente en el país. 47 terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y su cabecilla, Víctor Polay Campos ‘Camarada Rolando’, se fugaron del penal de alta seguridad de Castro Castro. ¿Por qué medio? Un túnel con sistema de electricidad instalado.
Este hecho denota la entrega de los hombres del prensa al realizar esta cobertura periodística, y así lo narra Jorge ‘Canito’ Verástegui:
Paco Landa, jefe de redacción, y yo habíamos salido corriendo de la redacción tras la llamada: «Polay se fugó. Necesitamos fotos ahora». El aún líder del partido revolucionario Tupac Amaru había escapado de forma intempestiva de su encierro. El polvo todavía se sentía en el aire cuando llegamos al penal Castro Castro. Eran cerca del mediodía y el sol se posicionaba arriba de nosotros, inmenso. Pero al llegar, los militares ya habían cercado todo el penal. «Sin comentarios, muchachos», nos espetó un coronel. Se había fugado, pero nadie sabía cómo ni por dónde.
Paco, más práctico, regresó al periódico con lo poco que teníamos. Yo me quedé, terco, con mi cámara al cuello y diez soles en el bolsillo.
A dos cuadras del penal, en un bar canero, maté el tiempo jugando sapo con un tipo llamado Javier. «Si mete la ficha en la boca del sapo, gana la ronda», me retó entre cervezas, sabía que era hombre de prensa por eso no me permitía pagar. Pero mi cabeza estaba en otra parte: en los rumores que circulaban entre los parroquianos. «Dicen que hubo un túnel… que salía hasta la calle», murmuraba un viejo en la barra.
El juego terminó cuando una caravana de autos oficiales levantó polvo en la calle. Era el ministro Mantilla llegando con su comitiva. Sin pensarlo, corrí hacia el penal y, mezclándome entre asesores y personal de prensa gubernamental, logré colarme con un «déjenlo pasar, es Cano» de algún colega anónimo.
Dentro, el escenario era surrealista. Los guardias movieron un viejo ropero y ahí estaba: un hueco perfectamente excavado que se perdía en la oscuridad. Bajé tras los militares, resbalando en la tierra húmeda, hasta encontrar lo inimaginable: a cuatro metros bajo tierra, una especie de departamento clandestino con focos, una ducha improvisada y hasta libros apilados. El aire olía a humedad y sudor.
Disparé mi cámara una y otra vez, sabiendo que estaba ante la exclusiva. Pero el tiempo apremiaba. Salí corriendo, tomé un taxi y, con mis últimos diez soles, regresé al diario. «¿Y las fotos, Verastegui?», me gritó Pierino al verme entrar. Él no sabía aún lo que había registrado mi cámara esa tarde. Era de noche, la imprenta ya había cerrado, los diarios del día siguiente se encontraban listos y apilados para su distribución. “Prendan todo, tengo las fotos del túnel de Polay por donde se fugó”. Nadie me creía, esperaron que las fotos se revelaran en el cuarto oscuro y volvimos a prender las maquinas imprentas: reescribimos el diario de mañana.
Al día siguiente, Novedades publicó mi exclusiva con el titular: «Así escapó Polay, la fuga en fotos». Una crónica de impacto visual en la que el protagonista eran las fotos. A la noche de esa cronica, yo estaba en mi cuarto, exhausto, sacudiéndome el polvo de los zapatos y preguntándome si todo había sido real.
Hoy, 35 años después, sigo sin respuesta. Solo me queda el recuerdo de ese agujero en la tierra, y la certeza de que, a veces, la historia se escribe, y se escapa, por los lugares más oscuros.

DATOS: El 9 de julio de 1990 se descubrió el túnel y la fuga de los terroristas, pero este había sido construido y planeado desde hace meses. Era un túnel de concreto armado de unos 250 metros de largo, un metro y medio de diámetro y ocho metros de profundidad. Este conectaba el penal con una vivienda aledaña, la cual habían comprado. Desde ahí realizaron los trabajos de excavación con apoyo técnico y profesional durante casi un año.

Foto: Boletín PUCP
Víctor Polay Campos, líder del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), fue recapturado en el Perú el 9 de junio de 1992, después de fugarse de prisión en 1990. La recaptura, conocida como Operación Café, fue realizada por la Policía Nacional del Perú. Polay fue encontrado en una casa en el distrito de San Borja en Lima y posteriormente ingresado a la DINCOTE.