Arqueólogos espaciales buscan preservar huellas humanas en el cosmos ante la creciente comercialización y el olvido institucional.
La historia humana en el espacio está en riesgo por el avance comercial, la desprotección legal y la negligencia institucional. Los arqueólogos espaciales como Alice Gorman, Justin Walsh y Beth O’Leary advierten que los vestigios del viaje de la humanidad más allá de la Tierra, desde huellas lunares hasta módulos orbitando, podrían perderse para siempre si no se actúa con urgencia.
El espacio como patrimonio en peligro
La comercialización del espacio ha alcanzado un punto sin precedentes. Las misiones privadas avanzan mientras los vestigios históricos del esfuerzo humano en el cosmos carecen de protección. “Cualquier misión que se acerque o entre en uno de esos lugares históricos va a tener consecuencias que aún no podemos prever”, advirtió el arqueólogo espacial Justin Walsh. Se refiere a sitios como el lugar de alunizaje del Apolo 11, incluido en enero de 2025 en la lista de patrimonio en riesgo del Fondo Mundial de Monumentos. Ese mismo día, Firefly Aerospace realizó un nuevo aterrizaje a solo 50 km de un sitio histórico lunar.
Las consecuencias de esta expansión sin control no son sólo técnicas, sino profundamente culturales y políticas. La Luna y la Estación Espacial Internacional (EEI) —que Elon Musk presiona para desorbitar antes de lo previsto— se están transformando en terreno de disputa entre intereses corporativos y la necesidad de preservar una memoria colectiva.
Un nuevo tipo de arqueología
Frente a esta amenaza, una generación de arqueólogos espaciales trabaja para salvar lo que se pueda. Gorman y Walsh, junto con la astronauta Kayla Barron, llevan adelante el Proyecto Arqueológico de la Estación Espacial Internacional (ISSAP), la primera investigación arqueológica en gravedad cero. En 2022, Barron delimitó espacios dentro de la EEI con cinta adhesiva para analizar su uso cotidiano. “Fue como nuestro gran salto”, dice Walsh.
Los resultados muestran cómo los astronautas adaptan el entorno con símbolos personales y religiosos, configurando una cultura espacial tangible. «Una de las empresas que diseñan una estación espacial privada nos dijo que utilizaron nuestra investigación para diseñar su interior», contó Walsh.
El uso de fotografías y registros digitales sustituye a la excavación tradicional. Gorman lo explica así: “La arqueología espacial consiste en reunir todo este tipo de datos y combinarlos, como no lo haría un ingeniero, para decir algo nuevo sobre un objeto”.
La Luna como yacimiento
Beth O’Leary, pionera del campo, comenzó en 2000 a cartografiar objetos dejados en la Luna. El proyecto identificó 106 artefactos y rasgos en la Base Tranquilidad, como cucharones, huellas y medallas soviéticas colocadas allí por los astronautas del Apolo 11. «Sus viudas habían entregado las medallas a los astronautas estadounidenses en plena carrera espacial y Guerra Fría», relató O’Leary.
Hoy, según sus cálculos, hay más de 400 toneladas métricas de material humano sobre la superficie lunar. Sin mecanismos internacionales de protección, todo podría quedar destruido por futuras misiones comerciales o estatales.
Propuestas y desafíos
Walsh plantea crear un museo en órbita terrestre con los objetos más históricos, como el satélite Vanguard 1. Otros consideran traer piezas como el Telescopio Espacial Hubble a la Tierra. “Si se puede prever que una misión probablemente será histórica, entonces la preservación de la nave espacial debería formar parte de los cálculos”, sostiene Walsh.
Pero muchas infraestructuras ya se perdieron. Un hangar clave en Cabo Cañaveral fue demolido en 2008. Thomas Penders, otro arqueólogo, descubrió restos de misiles olvidados en una base de Blue Origin. “En los años 50 y 60… las piezas simplemente se lanzaban por encima de la valla y siguen ahí hoy”, contó.
Una memoria colectiva en disputa
La arqueología espacial plantea una pregunta urgente: ¿quién decide qué se recuerda y qué se deja morir en el vacío? Gorman lo resume así: “Es algo con lo que la gente tiene problemas. Dicen: ‘¿Cómo puede ser esto arqueología?’ Pero, ¿cuándo empieza el pasado?”. La lucha por proteger estos vestigios es también una lucha política: por el derecho a recordar, en un cosmos que ya no es sólo ciencia ni aventura, sino terreno de intereses cruzados.
Beth O’Leary lo sintetiza: “Estos momentos críticos y extraordinarios en la historia de la humanidad merecen nuestra atención y merecen una oportunidad de existir en el futuro”.