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Ruth Shady defiende Caral frente al abandono

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La ciudad más antigua de América enfrenta invasiones, amenazas y abandono estatal. Ruth Shady advierte: “Las amenazas continúan”.

A casi cinco milenios de su origen, la Ciudad Sagrada de Caral no solo resiste el paso del tiempo, también sobrevive en medio del abandono estatal, amenazas constantes y el avance de intereses privados sobre tierras arqueológicas. La arqueóloga Ruth Shady, directora del proyecto y principal defensora del sitio, denuncia el recorte de presupuesto, la falta de seguridad y el crecimiento de invasiones alentadas por la especulación inmobiliaria. “Las amenazas continúan porque lamentablemente no tenemos todavía las defensas que estamos esperando que nos dé el Estado”, señaló.

Patrimonio en peligro

Las amenazas sobre Caral no son nuevas. En 2003, Shady fue asaltada a mano armada cuando llegaba al sitio con fondos para pagar a su equipo. Desde entonces, el interés por las tierras que rodean la ciudad ha crecido sin freno. “Si antes una hectárea costaba 6 mil dólares, ahora no baja de 38 mil”, alertó la arqueóloga. Lo que antes era un terreno desértico lleno de basura ahora es visto como oportunidad de negocio, sin importar la destrucción del patrimonio.

Shady ha señalado que muchas familias intentan instalarse en zonas protegidas con el argumento de impulsar actividades agrícolas, pero en realidad buscan construir hoteles y restaurantes. “Quieren hacer ahí albergues… pero realmente el interés es en construir hoteles, restaurantes, sin importar la destrucción de los sitios arqueológicos”, advirtió.

Ruth Shady denuncia recortes y abandono del Estado

A esta amenaza directa se suma el abandono por parte del Estado. En 2024, el Ministerio de Cultura recortó casi la mitad del presupuesto destinado a Caral. Esto obligó a despedir a 80 trabajadores locales y frenó los trabajos de investigación y conservación. “Empecé a buscar presupuesto, pero en nuestro país se invierte muy poco en investigación, y en arqueología, menos todavía. Solamente el 0.12% se invierte en investigación, y en arqueología es menos que eso”, explicó Shady.

La falta de respaldo no solo es económica. La arqueóloga recordó que intentaron coordinar con el Ministerio de Educación, pero nunca hubo continuidad. “Él nos ofreció apoyo, pero lo cambiaron y todo quedó en nada. Necesitamos políticas de Estado a corto, mediano y largo plazo, y que se respeten”, exigió.

La situación de seguridad también ha empeorado. Antes, cinco policías cuidaban la zona arqueológica; hoy no hay ni uno solo. “La casa del policía ahora está vacía”, lamentó Shady. La reducción de personal ha dejado al sitio vulnerable frente a traficantes de tierras y especuladores.

Una lección del pasado

La propuesta de Shady no se limita a defender Caral desde la arqueología. También plantea una recuperación del conocimiento ancestral para enfrentar los desafíos actuales. Recordó que las sociedades antiguas se organizaban desde lo colectivo: “Primero se empezaba con los ayllus. Cuando tenían que hacer trabajos compartidos, venía el ayni. Luego la minka y después la mita. Actualmente, no tenemos esa visión del país y su territorio megadiverso como para poder organizarnos”.

El arqueólogo Pedro Novoa, subdirector del proyecto, coincide en la urgencia de contar con políticas públicas para proteger el patrimonio. “Perú es un país privilegiado en patrimonio arqueológico, comparable con Egipto, Pakistán, China, Mesopotamia y Mesoamérica”, recordó. Sin embargo, advirtió que no hay una institución que se dedique a este tema con presupuesto específico.

Shady también llamó la atención sobre el abandono de otros recursos. “Sabemos qué hay más del 40% de niños que no consumen alimentos adecuados, a pesar de que tenemos uno de los mares más productivos del planeta. ¿Por qué no estamos aprovechando el recurso pesquero, como, por ejemplo, el de la anchoveta, que nuestros antepasados lo hicieron?”, cuestionó.

Mientras el sitio arqueológico más antiguo de América resiste, su defensora insiste en que el país aún no comprende el valor real de su historia. “No nos damos cuenta todavía como peruanos de la riqueza de nuestra herencia cultural. Debemos conocerla para saber cómo se manejó”, afirmó. La lucha por Caral no es solo por el pasado, es también por el presente y el futuro.