Autoridades buscan a los fugitivos de Maranguita, quienes podrían ser mayores de edad. La PNP investiga su identidad mientras rastros de sangre sugieren que uno resultó herido.
En un audaz escape durante las primeras horas del 2 de mayo, seis internos del Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Lima abandonaron las instalaciones utilizando una soga improvisada con jeans y retazos de tela. Los fugitivos dejaron evidencias claras: un polo negro enganchado en el muro, manchas de sangre que indican lesiones en al menos uno de ellos, y sandalias negras abandonadas en la vía pública tras saltar al exterior.
La fuga burlό operativos de seguridad
El incidente ocurre en un contexto paradójico. El Ministerio de Justicia había ejecutado requisas en diferentes centros penitenciarios del país durante la misma madrugada. Estas medidas de seguridad resultaron insuficientes para prevenir el escape. La Policía Nacional ahora moviliza recursos para identificar y recapturar a los jóvenes, quienes aparentemente serían mayores de edad.
El problema estructural de Maranguita
El centro conocido popularmente como «Maranguita» funciona en San Miguel y constituye el principal espacio de rehabilitación para adolescentes infractores en Perú. Allí ingresan jóvenes entre 14 y 18 años responsables de delitos graves como homicidio, robo agravado y violación sexual.
Bajo control del Pronacej, dependiente del Minjus, el recinto pretende rehabilitar y no solo castigar a sus internos. Ofrece educación básica, talleres técnicos y acompañamiento psicológico, pero estas intenciones chocan con la dura realidad.
Las condiciones dentro del centro reflejan un profundo abandono estatal: espacios hacinados, infraestructura deteriorada, personal insuficiente y episodios recurrentes de violencia. Diversos organismos de derechos humanos han señalado que este entorno no rehabilita sino que agrava las conductas antisociales de los internos.
Los escasos casos exitosos de reinserción social dependen mayormente del apoyo de organizaciones externas. Maranguita ejemplifica las graves falencias del sistema peruano de justicia juvenil, donde la rehabilitación efectiva sigue siendo una promesa incumplida frente al persistente desinterés institucional y la falta de recursos adecuados.