Luis Hidalgo, padre de familia y cambista de profesión, fue encontrado sin vida en la maletera de un vehículo con signos de tortura. Su caso se suma a una alarmante ola de violencia en el país.
Lo que parecía ser una salida rutinaria se convirtió en una pesadilla para la familia de Luis Hidalgo Humbo. El pasado martes por la noche, este padre de tres hijos abandonó su hogar en San Juan de Lurigancho vestido con ropa casual, prometiendo regresar pronto. Tres días después, su cuerpo sin vida fue descubierto dentro de la maletera de una camioneta familiar, abandonada en un terreno eriazo cerca del cerro Balcón en Chosica. Las primeras investigaciones revelaron que la víctima presentaba severas lesiones por tortura antes de morir.
Los vecinos del sector Unión Perú Media Luna fueron quienes dieron la voz de alarma al encontrar el vehículo en circunstancias sospechosas. «Nunca imaginamos que dentro habría un cuerpo», declaró uno de los testigos. La policía confirmó que se trataba del mismo automóvil propiedad de la hermana de la víctima, quien aseguró no tener idea de cómo había terminado allí.
Una familia destrozada busca respuestas
«Él solo dijo que volvería pronto y se fue como siempre, sin sospechar nada», relató entre lágrimas la esposa de Hidalgo. La devastada mujer reveló que encontraron manchas de sangre en el interior del vehículo, lo que sugiere que el ataque pudo ocurrir dentro del mismo. El crimen ha dejado en la orfandad a 2 jóvenes y un niño de apenas 9.
Los familiares descartan que el móvil fuera económico. «Luis era un trabajador honrado, pero no tenía grandes recursos», explicó un primo de la víctima. Las autoridades investigan si su actividad como cambista pudo haberlo puesto en riesgo, aunque por ahora no hay pistas concretas sobre los responsables.
Ola de violencia que no cesa
Este macabro hallazgo se suma a la preocupante estadística de homicidios que vive el país. Solo en los primeros cuatro meses del año se han registrado más de 660 muertes violentas, según datos oficiales. El caso de Hidalgo refleja un patrón cada vez más común: víctimas que salen de sus hogares y nunca regresan, apareciendo días después en circunstancias trágicas.
Mientras la familia clama por justicia, el Ministerio del Interior ha prometido reforzar los operativos de seguridad en la zona. Sin embargo, para los vecinos de San Juan de Lurigancho y Chosica, las promesas llegan demasiado tarde. «Necesitamos acciones reales, no solo palabras», exige un líder comunitario, mientras la sombra del miedo sigue creciendo en las calles del cono este.