Home VARIEDADES Elegir es cansado,  cuestionar es peor

Elegir es cansado,  cuestionar es peor

265
0

Esteban Bracamonte Luna

Ser joven en este país es como subirte a una combi sin pasamanos: todo el mundo te empuja, te grita, y tú solo intentas no caerte. “¡Estudia algo que dé plata!”, grita tu papá. “¡Haz lo que amas!”, dice tu tía que vende mándalas en Instagram. “Oe, ¿y ya tienes flaca?”, te pregunta tu primo mientras juega Dota y come chizitos.

Y tú, con 16 años, apenas intentando decidir si quieres una Coca-Cola o una Inca Kola con tu menú del día, ¿cómo vas a saber qué hacer con el resto de tu vida?

El problema no es elegir, sino que todo el mundo tiene una opinión. Todo. Si dices que quieres ser artista, alguien siempre va a soltar el clásico: “¿Y de qué vas a vivir? ¿De aplausos?” Si dices que te interesa estudiar derecho , ya aparece tu abuela: “Ay, mi hijito, pero tú eres tan sensible y no te gusta leer (clásico comentario) , ¿no mejor psicología?” Y si dices que no sabes, ahí están todos con el discurso motivacional de Facebook: “La juventud está perdida, ya nadie tiene metas.”

Encima, está el tema de cuestionar todo. Porque ahora resulta que, además de elegir, tienes que ser crítico, consciente, informado. “¿Y tú qué opinas del cambio climático?” me preguntó Juanita , mi único plan ahora mismo es que no se acabe la batería de mi “celu” antes de llegar a casa, gracias.

A veces, cuestionar es peor. Porque si preguntas “¿Por qué debo ir a la universidad?”, te miran como si hubieras dicho que quieres dedicarte al TikTok. Si dices “¿Por qué tengo que planear mi vida ahora?”, te responden algo filosófico como “Porque si, de mi padre.” Oe, ni siquiera me acuerdo de entregar mis tareas a tiempo, mi “compu” o cualquier cosa que tenía que entregar , ¿qué me estás diciendo?

Y claro, la peor pregunta de todas: “¿Qué quieres hacer con tu vida?” ¿Mi vida? No sé ni qué voy a hacer con mi sábado, ¿y tú me estás pidiendo que decida mi destino?

Entonces, aquí estoy, con 16 años, tratando de elegir entre lo que quiero, lo que debo, lo que puedo y lo que no sé. Tratando de cuestionar todo sin que se me derrita el cerebro en el proceso. Y al final del día, solo pienso: ¿y si mejor dejo que todo fluya? Total, hasta ahora nadie se ha muerto por no saber si pedir Coca-Cola o Inca Kola.