Se busca integrar la enseñanza académica con la formación personal y espiritual
En respuesta a las crecientes necesidades de los estudiantes en etapa escolar, las instituciones educativas en Latinoamérica están implementando importantes innovaciones. Estas no solo se centran en modernizar instalaciones o en adquirir nuevas herramientas tecnológicas, sino también en brindar atención a la salud emocional y en fomentar una mayor comprensión del entorno.
En el Perú, diversos colegios están comenzando a enfatizar el desarrollo de habilidades sociales y emocionales en los adolescentes. Un ejemplo destacado es el programa Fuera de la J’aula, dirigido a estudiantes de cuarto de secundaria.
Este programa permite integrar la enseñanza académica con la formación personal y espiritual, ofreciendo una experiencia educativa enriquecedora y transformadora.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), los adolescentes de 15 años presentan un descenso en el desarrollo de habilidades socioemocionales en comparación con los niños de 10 años. Este dato resalta la necesidad de enfoques educativos que promuevan el bienestar integral de los estudiantes.
“Reflejar la visión educativa enfocada en el desarrollo integral de los estudiantes y la promoción de valores éticos y ciudadanos, es el cambio que los centros educativos del país deben perseguir y Fuera de la J’aula es un reflejo de ello”, explicó Diego Gallegos, coordinador pedagógico del Colegio de la Inmaculada, tras resaltar que esta experiencia de aprendizaje ha sido por creada por el mismo Colegio de la Inmaculada hace 10 años.
En lo que va del 2024, Fuera de la J´aula ha permitido que más de un centenar de estudiantes de esta casa de estudios visiten comunidades vulnerables como Pampa Cangallo, Huayllabamba, Quispillacta, entre otras, ubicadas en Ayacucho, donde, a través de actividades solidarias como la organización de tardes de juego educativo y cuentacuentos para los niños, la limpieza de espacios públicos, el pintado de fachadas, la cosecha de alimentos y el apoyo en el corte de leña y lavado de ropa, establecieron vínculos de respeto y empatía.
El especialista precisa que este proyecto surge como respuesta a la necesidad de trascender el aula y salir al encuentro de los más necesitados, avanzando en la misión educativa de formar hombres y mujeres para los demás que sean conscientes, competentes, compasivos y comprometidos, con competencias vinculadas al:
Empoderamiento personal. Al participar en proyectos que abordan problemas reales que suceden en el país, los estudiantes se sienten más empoderados y capaces de influir positivamente en su comunidad.
Inclusión y diversidad. El enfoque en temas como la brecha social y sus repercusiones permite a los estudiantes abordar problemáticas desde múltiples perspectivas, promoviendo la inclusión y valoración de la diversidad.
Crecimiento espiritual. Mediante la creación de un ambiente de apoyo a la comunidad, se fomenta el compañerismo, el respeto y el amor al prójimo. Valores esenciales en la educación jesuita.
Pensamiento crítico. Los estudiantes aprenden a cuestionar, analizar la información de manera objetiva y extraer lecciones aprendidas para aplicarlas en futuros proyectos de ayuda social, desarrollando habilidades de pensamiento crítico esenciales para su crecimiento intelectual y personal.
De esta forma, el desarrollo académico, personal y espiritual, es clave para transformar vidas y construir un futuro prometedor. Al promover la empatía, la responsabilidad y el pensamiento crítico, las instituciones preparan a los estudiantes para contribuir activamente en la mejora del país.
