En Otro Lenguaje
Por. Jaime Asián Domínguez (*)
Que tengamos más de 40 partidos políticos frotándose las manos para participar en las Elecciones Generales 2026 denota el hambre de poder imperante, pero también la acentuada proclividad a convertirnos en un mercado persa, donde todo se compra y todo se vende -hasta el alma- sin mayor control. Bueno es culantro, pero no tanto y, desde la perspectiva de la ciencia política, este pandemonio electoral implica además una tomadura de cabello al pueblo votante al que visualizan fácil de engatusar.
Todos conocemos las experiencias desastrosas de los últimos años con las personas que hemos sentado en Palacio de Gobierno (varios de ellos reverendos aventureros) y, ni qué decir, de los lamentables Congresos de la República, plagados de cacasenos de toda laya que casi no representan a nadie, y la masiva afiliación de última hora a las organizaciones políticas no hace más que refrendar que la cadena de valor de la frustración al ciudadano seguirá invariable con los comicios venideros.
Sería una osadía compararnos con el sistema bipartidista de EE.UU., donde acaban de atentar contra el candidato Donald Trump, sin embargo, sí es válido rescatar el hecho de que preservan el mismo modelo de elección entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano así llueve o truene y más allá de las estadísticas demográficas. Aquí, a través del INEI, acabamos de enterarnos que ya somos 34 millones 39 mil habitantes, estadística que no se condice con el aluvión de partidos y aspirantes a las gollerías de la bicameralidad.
Si no hubiese licencia para mochar sueldos, bonos, aumentos continuos, viajes a todo lujo, buffet de 80 soles, vagancia durante los Plenos, complacencia frente a leyes inauditas, intercambio de favores (“contrata a mi amante y yo contrato a alguien de tu confianza”), semana de representación bien remunerada, populismo barato, repartija de comisiones, cuchipandas, dinero para los partidos políticos y patente de corso para hacer lo que les da la gana, estamos seguros que el fanatismo por llegar a la Casa de Pizarro o al Parlamento sería menor.
(*) Analista y Consultor de contenidos
“Desde la perspectiva de la ciencia política, este pandemonio electoral implica además una tomadura de cabello al pueblo votante al que visualizan fácil de engatusar”.