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Elecciones 2026: de los diarios chicha a la manipulación digital

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Columna: Panorama Electoral

Por: Maco Cáceres A.
Especialista en Comunicación y Marketing Político

En los 90, el Perú aprendió que una elección puede torcerse desde los medios, y un ejemplo de ello fueron los llamados diarios chicha que, manipulados desde el poder durante el gobierno de Alberto Fujimori, no solo deformaron la agenda pública, sino que construyeron realidades paralelas para favorecer intereses políticos y reelecciones. Tres décadas después, las herramientas han cambiado, pero el método permanece, esta vez, en versión 2.0.
Hoy, el país llega al 2026 con un ecosistema de desinformación más veloz, más sofisticado y más difícil de detectar. La propaganda barata ya no se imprime; se viraliza a través de las redes sociales, constituyéndose en el terreno perfecto para la desinformación y los operadores políticos lo saben.
Según un estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT), las noticias falsas tienen 70% más probabilidades de ser difundidas que las verdaderas, especialmente en temas políticos. En un país acostumbrado a la crispación, ese porcentaje puede decidir una elección. Y, sí a ello se suma que el 88% de peruanos consume redes sociales diariamente y el 72% se informa principalmente por TikTok, Facebook o YouTube, la situación se torna aún más preocupante.
En los últimos meses, por ejemplo, diversos precandidatos han enfrentado oleadas sospechosas de videos manipulados, cuentas recién creadas que amplifican ataques y clips editados que circulan antes de cada actividad pública. En la campaña municipal 2022 se detectaron más de 15 mil cuentas automatizadas, y el patrón reaparece ahora, aunque con herramientas más sofisticadas, a través de bots con lenguaje natural, videos deepfake que imitan voces y montajes que, a simple vista, parecen reales.

La desinformación es parte central de la estrategia política. Equipos de todos los sectores han comprendido que la indignación es más rentable que la propuesta, y así como en los 90 se construyó un enemigo del día desde las portadas, hoy se hace a partir de videos editados, citas falsas y campañas coordinadas en grupos cerrados.
Pero lo más grave es la ausencia de regulación. Ni la ONPE ni el JNE cuentan con herramientas reales para fiscalizar plataformas globales que operan con algoritmos opacos. TikTok, Meta y X actúan cuando el daño ya está hecho. En el Perú, la mentira sigue siendo libre y rentable.
La prensa tampoco queda al margen. Algunos medios reproducen contenidos sin verificar, otros se alinean a intereses económicos o políticos, y el vacío informativo es llenado por portales anónimos que replican el estilo amarillista de los diarios chicha, ahora en versión digital.
Entonces, la pregunta no es si habrá manipulación digital en 2026, sino si podremos reconocerla a tiempo. La democracia peruana ya es frágil; una elección dominada por robots, deepfakes y campañas sucias puede fracturarla aún más.