EN OTRO LENGUAJE
JAIME ASIÁN DOMÍNGUEZ
Consultor de contenidos y analista político – @jaimeasian

En términos hípicos, estamos doblando la curva para entrar a la recta final de las Elecciones Generales de 2026. Y aunque los competidores apenas comienzan a acomodarse para el rush de cierre, este es el momento preciso para lanzar una advertencia tan necesaria como válida: Cuidado con la victimización, los ‘armanis’ calculados al
estilo chollywoodense y las ‘desgracias’ truchas o fabricadas con el fin de ganar exposición mediática y empatía con el potencial votante.
Y como bien dice el conocido refrán: En guerra avisada, nunca muere gente. Hacemos esta observación porque, aunque resulta penoso admitirlo, cargamos con una clase política mañosa, truculenta y sin pudor alguno, experta en el arte de mentir, manipular, prometer y
traicionar al pueblo con la misma naturalidad con la que respira. Para esta nefasta camada de políticos, ya sean aprendices contaminados o veteranos con las uñas largas, el fin justifica siempre los medios. Y ese fin maléfico no es otro que saborear, a toda costa, las mieles del poder.
No olvidemos, además, que ya hemos tenido vírgenes que lloraban lágrimas de sangre, ‘monstruos de los cerros’ (aunque ahora sí los hay de verdad) y un sinfín de cortinas de humo o psicosociales que sembraron el virus del mal ejemplo. ¿O no, don Vlady Montesinos? Hoy, ese mismo libreto podría convertirse en moneda corriente en la carrera electoral, con candidatos arremetiendo por los palos para conseguir una curul, ponerse un fajín o desparramarse en una alcaldía o gobernación.
Ah, la sobonería y ser un funcionario felpudo es otra manía de estos tiempos para estar en la palestra. Entonces, cuidado con los postulantes que, con discursos reciclados, venden cebo de culebra, pintan pajaritos en el aire, se juran héroes (o heroínas), filosofan que los chanchos vuelan, resucitan de entre los muertos y hasta se creen la bala que mató a
John Lennon. No faltan los discípulos de Pinocho, expertos en fabricar ampayes o escándalos, todo con el único propósito de arrimarse a las arcas del Estado, saciarse de gollerías y asegurarse una vida a pierna suelta a costa del bolsillo de todos nosotros. Y así no juega Perú.
“Para esta nefasta camada de políticos, ya sean aprendices contaminados o veteranos con las uñas largas, el fin justifica siempre los medios”.