En otro lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez

La caída -en Paraguay- de Erick Moreno Hernández, alias ‘El Monstruo’, el sanguinario cabecilla de ‘Los Injertos del Cono Norte’, nos recuerda que somos el país de las monstruosidades, aunque duela decirlo. Veamos.
Acepción 1 de monstruosidad, según la Real Academia Española, RAE: Desorden grave en la proporción que deben tener las cosas, según lo natural o regular. Ejemplos: ¿Acaso el Congreso no se pasa de abusivo haciendo y deshaciendo normas a su reverendo antojo y conveniencia? A lo que se suman monstruosidades como la presunta red de prostitución (a la que le echaron tierrita) y el descarado blindaje a los ‘otorongos’ mochasueldos. Todo esto es contra natura.
Acepción 2: Suma fealdad o desproporción en lo físico o en lo moral. Ejemplos: Se ve feo, monstruoso, que el presidente de la Comisión de Ética sea uno de los congresistas investigados por el caso de ‘Los Niños’; se ve o se vería feo, monstruoso, que hubiesen policías subordinados precisamente a ‘El Monstruo’; sería una monstruosidad que los que se han repartido el país en los últimos cinco años vuelvan a tener representatividad en 2026, y aquí le cabría culpa al votante.
Acepción 3: Cosa monstruosa. Las tenemos a granel. La violencia que reina de cabo a rabo en el Perú es una cosa monstruosa. La cantidad de postulantes a la Presidencia que se alistan para las Elecciones Generales de 2026 es una cosa monstruosa. La sobonería como método para la subsistencia en un cargo público es una cosa monstruosa. La demora en los procesos fiscales y judiciales a investigados por corrupción es una cosa monstruosa. El maldito tráfico vehicular de Lima es una cosa recontra monstruosa.
Desde luego que el hambre que pasan miles de compatriotas es una monstruosidad sin nombre. Como lo es que los altos mandos de la Policía Nacional gasten más de 17 millones de soles en autos Audi (“no es un carro de lujo, es básico”, según el ministro Malaver) mientras los agentes tienen que comprar su propio chaleco antibalas; y, claro, los hinchas acaban de sufrir la monstruosidad de quedar penúltimos en la Eliminatoria precisamente cuando había más cupos para el Mundial y, como premio, Agustín Lozano se reeligió hasta el 2030.
Vivimos, pues, entre monstruos y monstruosidades a todo nivel.
“Sería una monstruosidad que los que se han repartido el país en los últimos cinco años vuelvan a tener representatividad en 2026, y aquí le cabría culpa al votante”.