Villarreal tomada: alumnos exigen matrícula, servicios y solución definitiva a crisis que afecta a más de 300 estudiantes.
Desde la noche del 19 de junio, la Universidad Nacional Federico Villarreal permanece tomada por estudiantes que denuncian graves fallas administrativas. Exigen la regularización inmediata de matrículas, acceso a servicios básicos, transparencia institucional y atención a una crisis que ya afecta a más de 300 alumnos. La medida comenzó en la Facultad de Humanidades, pero ha recibido apoyo de estudiantes de otras carreras como Derecho, Filosofía, Historia, Literatura, Arqueología y Lingüística. La rectoría no ha dado respuestas concretas y mantiene silencio ante las demandas.
Una toma con nombre y causa
Más de 50 estudiantes de la Facultad de Humanidades ocuparon desde la noche del jueves la sede ubicada en la avenida Nicolás de Piérola, en el Cercado de Lima. Lo hicieron tras meses de espera sin solución al proceso de matrícula. Ingresaron alrededor de las 9:00 p.m. bajo tensión con el personal de seguridad. Videos difundidos por los propios alumnos muestran empujones, forcejeos y el ingreso decidido del grupo, muchos con el rostro cubierto por mascarillas o chalinas.
La medida no fue espontánea. Según los manifestantes, la protesta es el resultado de una acumulación de reclamos ignorados. “Estamos a mitad de año, ya pasaron los exámenes parciales y aún no se ha aperturado la matrícula para estudiantes de segundo a quinto año en la Facultad de Humanidades”, denunció uno de los voceros a través de un megáfono durante la toma. Advirtió que, sin matrícula oficial, pierden acceso al comedor universitario, al medio pasaje, a la validación de notas y al carné universitario.
Agregó que también están afectados estudiantes de posgrado, quienes no pueden inscribir cursos ni tramitar equivalencias necesarias para obtener el grado de licenciatura.

Una crisis más allá de Humanidades
Aunque la chispa se encendió en Humanidades, el problema no es exclusivo de esa facultad. Alumnos de Ciencias reportaron fallas similares. Según los estudiantes, más de 300 jóvenes han sido perjudicados por un sistema de matrícula que no funciona. No pueden registrarse en sus cursos ni acceder a las evaluaciones en igualdad de condiciones con quienes sí lograron matricularse.
Las carreras de Historia, Literatura, Filosofía, Lingüística, Derecho, Antropología y Arqueología se han sumado al reclamo. Más de 100 estudiantes permanecen aún dentro de la sede tomada, respaldados por sus compañeros y por una comunidad que empieza a perder la paciencia con las autoridades.
El silencio de la rectoría
La respuesta de la universidad ha sido evasiva. Publicaron un comunicado en su página oficial de Facebook anunciando la suspensión de clases presenciales hasta el domingo 22 de junio. Pasarán a modalidad virtual mientras se “normaliza” la situación. No explicaron qué originó el retraso en la matrícula ni qué medidas adoptarán para resolverlo.
Los estudiantes no consideran suficiente esa decisión. Denuncian que durante semanas presentaron reclamos pacíficos, sin obtener respuestas. Por eso, la ocupación fue el último recurso para hacer visible una problemática estructural: el abandono institucional. La toma, aseguran, se mantendrá indefinidamente hasta que las autoridades den una solución clara, pública y definitiva.
No hay derechos ni respuestas
“Sin matrícula, nuestros esfuerzos no serán reconocidos, perderemos el acceso a servicios y corremos el riesgo de perder el año académico”, señaló uno de los dirigentes. La afectación no es solo burocrática. La falta de matrícula impide validar notas, realizar prácticas preprofesionales, solicitar becas o certificaciones, y acceder a programas de movilidad académica. La omisión de las autoridades compromete el futuro académico de cientos de estudiantes.
Los manifestantes exigen la regularización total del sistema de matrícula y medidas que garanticen el cumplimiento de sus derechos académicos. También piden que se reconozca públicamente la magnitud del daño causado.
Villarreal tomada: una imagen que habla
Las imágenes que circulan en redes y medios muestran a los jóvenes pernoctando en el interior de la sede, con carteles, colchones y banderas. Algunos alumnos gritan consignas. Otros leen o escriben mientras esperan una respuesta. En las paredes, pancartas con frases como “Matrícula ya”, “Estudiar no debe ser un privilegio”, y “La Villarreal se respeta” acompañan la protesta.
También se reportó la presencia de la Policía Nacional, que no logró desalojar al grupo. No hubo intervención violenta ni oficialización de denuncias hasta el momento.
Una herida abierta en la universidad pública
La crisis de la UNFV revela el deterioro institucional de las universidades públicas. No se trata solo de trámites atrasados. Es un síntoma del abandono estructural, de la falta de planificación, y del desprecio por los derechos estudiantiles. Mientras no haya una solución efectiva y duradera, Villarreal seguirá tomada. No por rebeldía, sino por necesidad.