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Gustavo Adrianzén será el nuevo representante del Perú ante la ONU

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Gustavo Adrianzén, cuestionado por su gestión en seguridad ciudadana, regresa a la escena internacional con respaldo unánime del Consejo de Ministros. Oposición critica el nombramiento.

El gobierno peruano designó a Gustavo Adrianzén como representante permanente ante la ONU, apenas dos semanas después de su renuncia como premier ante una inminente censura del Congreso. El primer ministro Eduardo Arana y el canciller Elmer Schialer defendieron el nombramiento, destacando su experiencia en la OEA y su «formación multilateral». Sin embargo, el regreso de Adrianzén a la diplomacia genera escepticismo, pues su salida del gabinete estuvo marcada por críticas a su incapacidad para enfrentar la crisis de inseguridad que azota al país.

Un nombramiento con respaldo unánime

El primer ministro Eduardo Arana confirmó que el Consejo de Ministros aprobó por unanimidad la designación propuesta por Cancillería. «Es una propuesta muy atinada. Esperamos que su desempeño en la ONU sea tan exitoso como en la OEA», declaró Arana en conferencia de prensa. El canciller Schialer reforzó el argumento: «Adrianzén tiene credenciales académicas, experiencia política y formación diplomática. Es un funcionario de gran valía para el Perú».

La justificación oficial contrasta con las razones de su renuncia el 13 de mayo. Adrianzén dejó el cargo ante la amenaza de una censura legislativa por su «fracaso en la lucha contra la inseguridad ciudadana» y la falta de soluciones ante la delincuencia organizada. Durante su gestión, Perú registró un aumento de extorsiones, sicariato y minería ilegal, con episodios críticos como el asesinato de 13 mineros en Pataz.

De la OEA a la ONU: Una trayectoria bajo cuestionamiento

Adrianzén ya tuvo un paso previo en la diplomacia como representante ante la OEA entre 2023 y 2024. Su retorno a Estados Unidos, ahora en un cargo de mayor peso geopolítico, busca capitalizar esa experiencia. Sin embargo, su breve periodo como premier dejó más sombras que luces.

El Congreso lo acusó de no articular políticas efectivas contra el crimen, mientras encuestas revelaban que el 56% de peruanos responsabilizaba a la presidenta Dina Boluarte y su gabinete por la inseguridad. Incluso su ministro del Interior, Juan José Santiváñez, enfrentó un rechazo del 87% de la población.

Las críticas: ¿Premio o exilio dorado?

Analistas políticos ven en el nombramiento un intento del gobierno de reubicar a una figura desgastada. «Es un gesto para sacarlo del foco de la crisis interna», señaló un experto citado en medios locales. La oposición ya cuestiona que se premie con un cargo clave a quien no resolvió problemas nacionales.

El propio Adrianzén admitió en su discurso de renuncia que dejaba el cargo «pensando en los altos intereses de la patria». Ahora, su desafío será representar al Perú en un escenario global donde temas como seguridad y derechos humanos son prioritarios, justo cuando su gobierno arrastra una imagen debilitada en esas áreas.

¿Qué sigue?

La designación debe ser formalizada ante la ONU en los próximos días. Mientras, el gabinete de Arana intenta recomponer su imagen con cambios ministeriales, aunque sin abordar las críticas de fondo: la percepción de que el Estado perdió el control frente al crimen organizado. Adrianzén, en Nueva York, estará lejos de ese debate, pero no de la sombra de su gestión.