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INSCRIPCIONES VICIADAS

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Desde firmas falsificadas hasta el intercambio de alimentos por adhesiones: cómo se vulnera el proceso democrático en la inscripción de partidos políticos en Perú, generando un sistema saturado y cuestionado.

Por Juan Miguel Ataucuri García

El delito que socava la democracia

El tema de la falsificación de firmas para inscribir a un partido político es un asunto serio que plantea preocupaciones éticas y legales. La falsificación en sí mismo es un delito y una afrenta inaceptable a la ética democrática. Sin embargo, también existen otros medios poco honestos para obtener firmas sin que el ciudadano esté informado sobre qué o para qué está firmando.

De acuerdo a las normas peruanas, se debe recabar un mínimo de 3% de adherentes del total de electores que sufragaron las últimas elecciones para inscribir un partido político y/o movimiento regional. Para los partidos nacionales, esto implica más de 500,000 firmas, mientras que para los regionales y municipales varía según el porcentaje alcanzado en cada región o municipio. Por ejemplo, en Ica se necesitan 24,000 firmas, en Lima Metropolitana 280,000 y en Madre de Dios apenas cuatro mil.

Las artimañas detrás de las firmas

En este contexto, cada partido para inscribirse y participar en las elecciones, debe llenar sus padrones con firmas de adherentes y para ello se valen de personeros y voluntarios que recaban dichas firmas. Pero aquí viene el asunto que perturba el proceso democrático. Y es que, hablemos claro, para estos grupos políticos, estar inscrito es un negocio lucrativo y por eso buscan a como dé lugar su inscripción.

Para lograrlo se valen de artimañas ilícitas y no ilícitas. Entre las prácticas prohibidas se encuentran la falsificación y compra de firmas, que constituyen delitos evidentes. En las prácticas no ilícitas se incluye la contratación de empresas especializadas en la inscripción de ciudadanos, así como enviar personas que intercambian gaseosas o galletas por firmas, lo cual se realiza a la vista de todos.

Que un partido político contrate a una empresa para recolectar firmas revela mucho sobre su integridad como grupo político. Se espera que un partido obtenga adherentes con la ayuda de voluntarios simpatizantes, persuadiendo a los ciudadanos sobre por qué deberían firmar el padrón y presentando su ideario como mínimo. Contratar a una empresa para llevar a cabo esta labor demuestra desinterés en difundir su proyecto político.

Las consecuencias para el sistema electoral

Otro método común para obtener firmas es regalar gaseosas y galletas a cambio de ellas. Los ciudadanos son sorprendidos con estos «regalos» callejeros a cambio de una firma, sin saber que estas rúbricas se utilizan para completar padrones de inscripción de ciertos partidos políticos. Esto constituye un engaño a la buena fe, aunque pueda parecer inofensivo.

El resultado es evidente: más de 40 partidos inscritos, algunos de manera ilícita, según hemos visto en denuncias periodísticas, y los otros de forma poco decorosa, por decir lo menos. Este tipo de prácticas para recolectar firmas debería ser inaceptable, ya que socava los principios democráticos y la confianza en las instituciones.

Es responsabilidad de todos los actores políticos y ciudadanos trabajar en conjunto para prevenir y denunciar este tipo de conductas promoviendo una cultura de integridad y honestidad en la vida pública. Y es que, así como funciona actualmente este sistema electoral, nos vamos a la catástrofe política y moral.