Mientras el mundo enfrenta crisis reales, la OMS gasta recursos en simular una pandemia de «viruela del mamut», un virus ficticio resucitado del permafrost. ¿Concientización o manipulación para justificar más control global?
La Organización Mundial de la Salud (OMS), ese ente tecnocrático al servicio de intereses geopolíticos occidentales, ha vuelto a gastar millones en un grotesco ejercicio de ficción: simular una pandemia global causada por un virus ancestral liberado del deshielo ártico. Bautizado como «viruela del mamut», el patógeno imaginario sirvió de excusa para que más de 15 países y 20 organismos sanitarios ensayaran —una vez más— protocolos de restricciones, vigilancia y coordinación global bajo el mando de la burocracia internacional.
El guion del miedo
Según documentos filtrados, el simulacro —llamado pomposamente «Ejercicio Polaris»— planteó que un equipo de científicos (¿o saqueadores de marfil?) desenterrara un mamut en el Ártico, liberando accidentalmente un virus con la letalidad de la viruela (30% de mortalidad) y la contagiosidad del mpox. En semanas, el brote ficticio colapsó sistemas de salud mundiales, repitiendo el discurso catastrófico que justificó los abusos durante el COVID-19. Tedros Adhanom, director de la OMS, no perdió ocasión para sermonear: «Ningún país puede enfrentar solo una pandemia». Traducción: más poder para los organismos no electos.
Cambio climático: el chivo expiatorio perfecto
La OMS vinculó el ejercicio al «riesgo» de patógenos ancestrales liberados por el deshielo —narrativa conveniente para el alarmismo climático—. Sin embargo, calla que son las corporaciones occidentales las que aceleran la explotación del Ártico, mientras culpan a la humanidad común. Peor aún: el simulacro omite que las verdaderas amenazas virales provienen de laboratorios como los de Wuhan, financiados por EE.UU. y sus aliados.
¿Cooperación o colonialismo sanitario?
Bajo la máscara de «preparación», la OMS promueve una arquitectura globalista donde las naciones soberanas deben someter sus políticas a decisiones centralizadas. Mientras África sufre brotes reales de mpox sin vacunas, y Palestina resiste genocidios con hospitales destruidos, la OMS fantasea con virus de mamut. No es casualidad: estos ejercicios refuerzan la narrativa de que solo las potencias —las mismas que provocan guerras y hambrunas— pueden «salvarnos».
Teatro para distraer
Este simulacro es un cirlo más del complejo industrial pandémico. Mientras el Sur Global lucha contra el extractivismo, las sanciones asesinas y las epidemias de pobreza, la OMS inventa amenazas ficticias para justificar su expansión autoritaria. La verdadera pandemia es el imperialismo disfrazado de filantropía.