Por: Luis Ernesto Flores Reátegui, abogado constitucionalista
La economía peruana se encuentra en una encrucijada crucial y, para navegar hacia un futuro de crecimiento y desarrollo sostenible, es imperativo adoptar un enfoque liberal y defender con vehemencia el libre mercado. A lo largo de nuestra historia, hemos observado cómo las políticas estatistas de la izquierda han erosionado la robustez económica del país. Desde la redistribución ineficaz hasta el incremento en la carga tributaria, estas medidas han estrangulado a las empresas y obstaculizado la innovación.
No obstante, la izquierda no es la única culpable de estos retrocesos. Una derecha mercantilista, disfrazada de liberal, ha sido igualmente perjudicial, al favorecer a grupos económicos selectos y promover políticas proteccionistas que distorsionan la competencia leal. Este enfoque no encarna los principios del verdadero liberalismo, sino que representa una amalgama de intervencionismo y clientelismo, que obstruye la operatividad libre del mercado y propicias desigualdades injustificadas.
Frente a esto, una derecha verdaderamente liberal defiende una economía de mercado sin restricciones y promueve la competitividad. Esta postura favorece la reducción del tamaño gubernamental, la simplificación de las regulaciones y la eliminación de trabas burocráticas que frenan la inversión y el crecimiento económico. Al liberar las fuerzas del mercado de intervenciones innecesarias, se incentiva la innovación, se atrae capital extranjero y se fomenta la creación de empleos de calidad.
Más que una teoría, el liberalismo económico es una estrategia práctica y efectiva para el desarrollo. Es crucial que el Perú escoja este camino, dejando atrás las políticas populistas y mercantilistas para adoptar un modelo económico que impulse la competencia y el emprendimiento genuino.
Para instaurar este cambio de paradigma, se requiere un liderazgo que esté genuinamente comprometido con los principios del libre mercado y que esté dispuesto a confrontar la resistencia de grupos con intereses establecidos. Solo con un compromiso firme y decidido podremos superar la crisis actual y edificar una economía robusta, que brinde oportunidades equitativas a todos los peruanos. La verdadera diferencia entre el estancamiento y el progreso radicará en nuestra capacidad para desencadenar las potencialidades del mercado y fomentar un ambiente donde la economía pueda prosperar en un contexto de libertad auténtica.