En Otro Lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez (*)
Hablar del Congreso de la República ya resulta algo así como gastar pólvora en gallinazo. Por ningún lado hay voluntad de enmienda, todo lo contrario; sin embargo, no podemos ser ajenos a escándalos mayúsculos como la presencia de la tercera vicepresidenta de la Mesa Directiva, Roselli Amuruz, en una fiesta cumpleañera que terminó con una persona muerta con un impacto de bala y el asesino fugado del país.
Además de que corrió sangre en la celebración, la referida legisladora, en un evidente afán de decir medias verdades y apelando a un trabalenguas, trató de negar al novio homenajeado en ritmo de salsa (Paul García) en una casa de Lince, pero el castillo se le vino abajo cuando la prensa alertó de sus constantes viajes con el susodicho al extranjero, inclusive en fechas que coinciden con las semanas de representación, que ciertamente deberían ser sagradas.
La gravedad del caso de acentúa porque, otra vez los periodistas, descubrieron que Roselli Amuruz, aprovechando las mieles de poder que conlleva estar depositada en esa tremenda curul directriz, llevó a trabajar al Parlamento a una hermana y a un exasesor de su galán Paul García, a la sazón excongresista de Acción Popular. No es mentira la frase popular de que el Legislativo es una agencia de empleos, con nepotismo incluido.
Y, como suele ocurrir, todo esto quedará en nada. La Comisión de Ética, al blindar a Alejandro Soto, ya se pinto de cuerpo entero y, seguramente, no tocará ni con el pétalo de una rosa a la parlamentaria de Avanza País. Y por si acaso, la orden de captura contra Vladimir Cerrón por corrupción también incide en la imagen del Congreso porque nos lleva a pensar en la clase de líderes políticos que nos gobiernan.
(*) Periodista y Consultor de contenidos
“No es mentira la frase popular de que el Legislativo es una agencia de empleos, con nepotismo incluido”.