El ataque deliberado contra la televisión estatal iraní, en plena transmisión en vivo, revela la nueva fase de un conflicto donde la información se convierte en campo de batalla
Las Fuerzas de Defensa de Israel atacaron este lunes la sede de la televisión y radio estatal de Irán. Un video viral muestra el momento exacto del bombardeo, que cortó la señal durante varios minutos. La presentadora que estaba en vivo retomó su transmisión poco después.
La línea roja cruzada
Las cámaras captaron el instante exacto: misiles israelíes impactando la sede de IRIB (Radio y Televisión de Irán) mientras una presentadora informaba. La transmisión se cortó abruptamente, pero el mensaje quedó claro: en esta guerra, los estudios de televisión son ahora «objetivos militares».
El doble discurso de Netanyahu
Mientras las imágenes mostraban equipos de transmisión destruidos, el primer ministro israelí afirmó que solo atacan «instalaciones militares». Sin embargo, organismos internacionales cuestionan cómo un medio de comunicación se convierte en objetivo de guerra.
Este ataque ocurre tras semanas de tensiones mutuas, donde ambos países han ignorado llamados a la contención. La acción israelí parece diseñada para provocar una respuesta, arrastrando a la región hacia el abismo.
Condena global con sabor a hipocresía
Mientras Rusia y China lideran las críticas, las potencias occidentales guardan un silencio cómplice. La paradoja es evidente: los mismos que denuncian la censura en Hong Kong o Ucrania hoy miran para otro lado cuando es Israel quien apaga micrófonos.
En América Latina, naciones como Brasil, Venezuela y Cuba rechazaron los ataques, mientras otros como Argentina y Perú callaron. Países islámicos, como Turquía y Arabia Saudita, también exigieron el cese de las hostilidades.
¿Informar o morir?
El regreso al aire de la presentadora iraní, visiblemente afectada, no oculta la gravedad del hecho: por primera vez, un gobierno usa armamento de precisión contra instalaciones mediáticas en tiempo de paz no declarada. Mañana podrían ser torres de celular, servidores de internet o redes sociales.
Mientras la ONU debate otro comunicado inútil, el mensaje real ya se transmitió: en las guerras del siglo XXI, la primera baja siempre es la verdad.