La boxeadora británica murió de cáncer a los 25 años, dos semanas después de casarse y acusar de negligencia médica.
Georgia O’Connor, destacada boxeadora británica de 25 años, murió el pasado 22 de mayo tras enfrentar un cáncer terminal que, según denunció, fue mal diagnosticado durante meses por el sistema de salud británico. La deportista, que se mantuvo invicta en su carrera profesional, compartió su historia en redes sociales, donde relató el dolor físico y emocional que vivió antes de recibir el diagnóstico. Dos semanas antes de su fallecimiento, se casó con su pareja en una ceremonia íntima, cerrando su vida con un gesto de amor frente a una enfermedad que, afirmó, pudo haberse tratado a tiempo.
“Me hicieron sentir como si exagerara”: la denuncia de Georgia O’Connor
Georgia O’Connor, nacida en Inglaterra el 18 de febrero de 2000, comenzó a boxear desde muy joven y logró representar a su país en torneos internacionales. Ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires 2018 y debutó como profesional en 2021, donde se mantuvo invicta hasta su último combate en octubre de 2022 frente a Joyce Van Ee.
En enero de 2025, la boxeadora recibió el diagnóstico de un cáncer “raro y agresivo” que los médicos calificaron como incurable. Pero, para entonces, la enfermedad ya estaba muy avanzada. En redes sociales, Georgia compartió que durante 17 semanas vivió con dolor extremo y acudió reiteradamente a urgencias, pidiendo estudios específicos. “Desde el principio dije que creía que era cáncer. Pero ningún médico me hizo caso. Ningún médico me tomó en serio. Ni un solo médico me hizo los escáneres o análisis de sangre que pedí mientras lloraba en el suelo de agonía… Son ratas incompetentes absolutas”, denunció.
El sistema de salud bajo la lupa
Georgia padecía colitis y colangitis esclerosante primaria, condiciones que, según ella explicó, la hacían más propensa a desarrollar cáncer. Sin embargo, aseguró que los médicos del Royal Victoria Infirmary (RVI) en Newcastle minimizaron sus síntomas, la diagnosticaron con colitis ulcerosa y se negaron a realizarle tomografías o ecografías. “Me engañaron, me dijeron que no era nada, me hicieron sentir como si estuviera exagerando. Se negaron a investigar. Se negaron a escuchar. Podrían haber hecho algo antes de llegar a este punto. Pero no lo hicieron”, afirmó en una publicación.
Georgia apuntó directamente al Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña (NHS) por lo ocurrido: “Así es el NHS: un sistema quebrado que falla a jóvenes como yo una y otra vez”.
Amor en medio del deterioro
En febrero, cumplió 25 años y relató en redes sociales las pérdidas recientes que enfrentó: un aborto espontáneo, el diagnóstico de cáncer y la pérdida progresiva de movilidad y peso. “A veces tengo que usar muletas o una silla de ruedas, pero tengo gente que me apoya”, escribió con fortaleza. En marzo, una sepsis agravó su estado y fue internada de emergencia.
El pasado 9 de mayo, en un acto cargado de emoción, se casó con su pareja. Compartió una foto de ambas manos entrelazadas sobre un ramo de flores. “Algunos sueños sí se cumplen”, escribió.
Una guerrera dentro y fuera del ring
Boxxer, la promotora con la que trabajaba, confirmó su fallecimiento el 22 de mayo y la describió como “una verdadera guerrera dentro y fuera del ring”. Por su parte, England Boxing, la Asociación de Boxeo Amateur de Inglaterra, también lamentó su muerte públicamente.
Georgia O’Connor mantuvo siempre una actitud digna, crítica y valiente. “Tengo lo que la gente considera la peor enfermedad conocida por el hombre, pero todavía soy capaz de sonreír, reír y ser yo misma”, dijo tras recibir el diagnóstico. Sus palabras, su carrera y su denuncia no sólo revelan la fuerza de una deportista, sino también la falla de un sistema de salud que no escuchó.