EN OTRO LENGUAJE
Consultor de contenidos y analista político – @jaimeasian
JAIME ASIÁN DOMÍNGUEZ

Muchos creen que este Congreso ya no tiene remedio y que lanzar una crítica a su accionar es como gastar pólvora en gallinazo. Y es que nuestros ‘padrastros de la patria’ han asumido una patente de corso que nadie les ha dado y poco les importa lo que la población a la que supuestamente representan- piense o diga respecto del trabajo legislativo.
El actual presidente, Eduardo Salhuana, que en julio se va sin pena ni gloria junto a su Mesa Directiva, acaba de aceptar que “no podemos negar que en el Congreso hay conductas individuales reprochables”, pero se ha quedado corto porque la lectura general resalta que el Parlamento es repudiado precisamente por el nefasto comportamiento de todas sus bancadas, imbuidas de intereses subalternos.
El gran castigo de las ánforas sería que ninguno de ellos vuelva a ocupar una curul en 2026, ni en la cámara de diputados ni en la de senadores, pero, preocupados por sus bolsillos, han limpiado el camino para que la posibilidad de seguir viéndoles la cara sea mayor. Es decir, si este ha sido catalogado como el peor Congreso de la historia, habría que esperar a ver qué nos depara la suerte en el próximo quinquenio.
Una de sus últimas perlas, a manos de la Comisión de Constitución que preside el fujimorista Fernando Rospigliosi, es restituir la inmunidad parlamentaria.
Se trata de un paso más para salir bien librados de las barbaridades que han perpetrado durante este tiempo. Y el chiste lo puso Eduardo Salhuana otra vez: “No hay impunidad, solo una protección para evitar denuncias políticas infundadas”.
El Ejecutivo, ciertamente, tiene la obligación de darle seguridad al país y hasta el momento no lo consigue, sin embargo, el Congreso también ha mirado de reojo el crecimiento de la criminalidad en una irresponsabilidad
funcional sin precedentes. Merecida, entonces, la abultada animadversión que recogen las encuestas hacia los congresistas. Aunque, como dijimos al inicio, a ellos les interesa un bledo el parecer de sus votantes.
“Es decir, si este ha sido catalogado como el peor Congreso de la historia, habría que esperar a ver qué nos depara la suerte en el próximo quinquenio”.