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Adiós Pepé: muere José Mujica a los 89 años, el revolucionario que fascinó al mundo con su austeridad

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El expresidente uruguayo falleció tras perder su batalla contra el cáncer, dejando un legado de sencillez radical y sabiduría política
 Su vida extraordinaria, marcada por luchas revolucionarias, torturas y un camino hacia la presidencia, terminó en la misma chacra donde vivió rodeado de hortalizas y animales, fiel a sus principios hasta el final.

El expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica falleció a los 89 años tras una larga lucha contra el cáncer de esófago que derivó en metástasis hepática. Este exguerrillero tupamaro, que cautivó al mundo con su estilo de vida austero y su filosofía de la
frugalidad, dejó el cargo considerando que “hasta acá llegué”, según anunció el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi. Su vida extraordinaria, marcada por luchas revolucionarias, torturas y un camino hacia la presidencia, terminó en la misma chacra donde vivió rodeado de hortalizas y animales, fiel a sus principios hasta el final.
DE GUERRILLERO
A PRESIDENTE
José Alberto Mujica Cordano nació en 1935 en la periferia rural de Montevideo. Hijo de una horticultora y un pequeño estanciero que murió cuando él tenía apenas seis años, comenzó su activismo político a los 14 años defendiendo los derechos de los obreros de su barrio. En 1964 se unió a la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
Su militancia lo llevó a prisión cuatro veces. Protagonizó dos fugas, incluyendo la legendaria evasión de 106 guerrilleros por un túnel en la cárcel de Punta Carretas en 1971. Tras ser recapturado, se convirtió en uno de los “nueve rehenes” del régimen militar uruguayo, prisioneros que serían ejecutados si los tupamaros retomaban las armas.
Durante siete años estuvo confinado en un pozo de poco más de un metro cuadrado, una experiencia que transformó su visión del mundo. “Nos tocó pelear con la locura, porque más bien, en ese tipo de prisión, buscaron que quedáramos lelos. Y triunfamos: no quedamos lelos”, recordaba sobre aquella época retratada en la película “La noche de 12 años”.
UN POLÍTICO DIFERENTE
Tras ser indultado en 1985, Mujica construyó una carrera política inusual. Llegó al Senado en moto, vestido como un agricultor común. En 2010 fue elegido presidente con casi el 55% de los votos, pero nunca abandonó su estilo de vida sencillo. Siguió viviendo en su chacra, conduciendo su viejo Volkswagen escarabajo y un tractor. Como presidente impulsó una agenda progresista que incluía la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del consumo de marihuana. Uruguay se convirtió en referente regional bajo su
mandato. Siempre rechazó ser caracterizado como “el presidente más pobre del mundo”. “Mi mundo es este, ni mejor ni peor, es otro”, aclaraba. Para él, la clave estaba en la moral y criticaba duramente el consumismo: “Nos toca vivir una época consumista, donde pensamos que triunfar en la vida es comprar cosas nuevas y pagar cuotas.
Con lo cual estamos construyendo sociedades auto explotadas”.
EL AMOR COMO
REFUGIO
Su relación con Lucía Topolanzky comenzó en la clandestinidad cuando él tenía 37 años. Tras pasar separados los años de prisión, se reencontraron en 1985 y no volvieron a separarse. Ella, también política destacada, llegó al Senado en 2005 y fue vicepresidenta de Uruguay en 2017. “El amor tiene edades. Cuando eres joven, es una hoguera. Cuando eres viejo, es una dulce costumbre. Si estoy vivo es porque está ella”, confesó Mujica poco antes de morir, dejando ver el pilar que fue su compañera en su vida.
EL FINAL DE UN
GUERRERO CANSADO
Los últimos meses de Mujica fueron difíciles. Las sesiones de radioterapia lo dejaron agotado. “Me dieron 31 bombazos [de rayos] a las siete de la mañana todos los días. Lo hicieron mierda [al cáncer], pero me dejaron un agujero así”, contaba mientras dibujaba un círculo del tamaño de una naranja.
Su última aparición pública significativa fue hace seis meses para apoyar la campaña de Yamandú Orsi, quien finalmente ganó la presidencia. Incluso entonces, Mujica aprovechó para invitar a los jóvenes “a vivir con sobriedad, porque cuanto más tenés, menos
feliz sos”. Antes de morir, pidió que no le solicitaran más entrevistas. “Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo y el guerrero tiene derecho a su descanso”, dijo al semanario Búsqueda. Dejó claro su deseo de morir en su chacra y descansar “debajo de la secuoya grandota” donde en 2018 enterró a su perra Manuela. Mujica se va dejando una huella profunda en la política latinoamericana. Nunca pretendió grandeza histórica. “Los hombres no hacemos historia, hacemos historieta”, reflexionó en una de sus últimas entrevistas, mostrando la humildad que lo caracterizó toda su vida.

DATOS: RESISTENCIA Pepe Mujica estuvo a punto de morir durante los 10 años en que estuvo confinado por los militares en un pozo de poco más de un metro cuadrado. La primera vez, recibió 12 litros de sangre y se salvó. La segunda, domesticó ranas y alimentó ratones para no volverse loco. Emergió del agujero más sabio, solía contar, y volvió a lo suyo: la política. En 1994, fue electo diputado por Montevideo; en 1999, senador; en 2010, presidente de Uruguay con casi el 55% de los votos.