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Medifarma en la mira: Exanalista denuncia presión para asumir culpa por suero mortal

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Alex Gamarra, exempleado del laboratorio, reveló las precarias condiciones laborales y las fallas sistemáticas que la empresa conocía pero ignoró. Ahora buscan culparlo exclusivamente por la tragedia.

Negligencia empresarial con salarios miserables

El caso del suero fisiológico defectuoso que causó la muerte de siete personas ha destapado una alarmante realidad: Medifarma operaba con graves fallas en sus protocolos de calidad mientras pagaba salarios indignos a sus trabajadores. Alex Gamarra, exanalista del laboratorio, denunció que durante casi una década recibió solo 1,500 soles mensuales, un monto irrisorio para alguien encargado de controlar medicamentos que salvan vidas. A pesar de su experiencia, nunca recibió aumentos ni la capacitación adecuada, revelando el desprecio de la farmacéutica por sus empleados y, por extensión, por la salud pública.

En una reunión grabada, los abogados de Medifarma presionaron a Gamarra para que se autoinculpara, aprovechando su vulnerabilidad económica y laboral. «Nosotros queremos evaluar si podemos darte asesoría. Pero solamente podemos hacerlo si nos cuentas la verdad», le dijeron, en lo que parece un claro intento de manipulación. Sin embargo, el exanalista demostró que las fallas en los equipos –especialmente en el titulador automático– eran conocidas por los supervisores, quienes las ignoraron sistemáticamente.

El doble juego de Medifarma: explotación laboral y encubrimiento

Los mensajes de WhatsApp entre Gamarra y Evelyn Chura, su exjefa, confirman que los trabajadores alertaron repetidamente sobre los problemas en los análisis de calidad. «A veces nos obligan a hacer cosas que van en contra de nuestra ética profesional», admitió Chura, evidenciando una cultura corporativa que priorizaba la producción sobre la seguridad. Pese a estas advertencias, la empresa no invirtió en equipos nuevos ni mejoró las condiciones de sus empleados, optando por normalizar prácticas riesgosas.

Gamarra, quien empezó como personal de limpieza y ascendió gracias a su esfuerzo, es ahora el chivo expiatorio de una cadena de negligencias que involucra a toda la estructura de Medifarma. Mientras los ejecutivos evaden responsabilidades, un trabajador mal pagado y sin recursos legales suficientes carga con las consecuencias de un sistema diseñado para proteger a los de arriba.

Esta tragedia no es un error aislado, sino el resultado de un modelo que precariza a los trabajadores y pone en riesgo la vida de los pacientes. Medifarma debe responder no solo por el suero mortal, sino por años de explotación laboral y desidia institucional.