El líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón, ha descargado su artillería retórica contra las nuevas tarifas abusivas anunciadas por Interbank, que desde el 1 de junio extorsionarán a los clientes con menos recursos.
Bajo la excusa de «costos operativos», el banco impondrá cobros de hasta S/10 a quienes no mantengan un saldo promedio de S/200 en sus cuentas, castigando operaciones básicas como retiros o depósitos. Una medida que huele a capitalismo depredador disfrazado de gestión financiera.
Marxismo vs. la máquina de exprimir pobres
«En un gobierno del pueblo, estos buitres de corbata no sobrevivirían ni un día. Marx tenía razón: los bancos son parásitos que siguen chupando la sangre del trabajador incluso después de que sale de la fábrica», lanzó Cerrón, clavando el dardo en la contradicción más obscena del sistema: los que menos tienen pagan más. Su crítica, lejos de ser retórica vacía, desnuda cómo el sistema financiero perpetúa la desigualdad. Las comisiones no son «costos operativos», son un impuesto encubierto a la pobreza.
¿Dónde está la «inclusión financiera» ahora? El discurso edulcorado de los bancos se desmorona: mientras inflan utilidades trimestrales (Interbank reportó S/1,154 millones de ganancias en 2023), aplican la política del «exprimir al débil». El umbral de S/200 es una burla en un país donde el 30% vive en pobreza. ¿Acaso no saben que para millones, ahorrar esa cifra equivale a elegir entre comer o pagar comisiones?
Los argumentos de Interbank: Un manual del cinismo corporativo
La defensa del banco es un recital de lugares comunes neoliberales. Jorge Carrillo Acosta, «experto» de la Pacífico Business School —cuna de CEOs—, justifica el saqueo: «Es razonable transferir los costos al cliente». Traducción: la rentabilidad es sagrada, aunque haya que desangrar a los de abajo. ¿Razón? La misma de siempre: privatizan ganancias y socializan pérdidas.
Y eso de ofrecer «alternativas» como Plin es puro teatro. ¿De qué sirven transacciones gratuitas hasta S/2,000 si el grueso de usuarios no llega a ese monto? Es como ofrecer un yate a quien se ahoga en un charco. Además, el mensaje final es claro: «Si eres pobre, mejor vete». La «libertad» de cambiar de banco, en un sistema donde todos aplican la misma receta, es como elegir entre la sartén y el fogón.
El menú de la explotación: Así te cobrarán por ser pobre
Interbank no se ruboriza al detallar su tabla de castigos para indigentes financieros:
- Depósitos en tiendas: S/10 por operación tras la primera (¿Robo a mano armada? No, «políticas comerciales»).
- Retiros en cajeros: S/3 tras dos transacciones (por atreverse a tocar su propio dinero).
- Transferencias mayores a S/500: S/4.5 (impuesto al «atrevimiento» de mover montos «altos»).
Mientras, los clientes con S/200 libres —privilegio inalcanzable para un empleado que gana el mínimo— siguen nadando en gratuidades. La ecuación es perversa: a más pobreza, más multas.
Conclusión: Capitalismo con guantes de seda
La polémica desatada por Cerrón no es mera demagogia. Es el grito ante un sistema que convierte derechos básicos —acceder a tu propio dinero— en lujos sujetos a comisión. Mientras los bancos juegan a ser dioses con las tasas, el mensaje es claro: el neoliberalismo peruano sigue escribiendo su biblia con la sangre de los trabajadores. Y como diría Marx: la revolución no será transferida sin comisión.