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Blackwater en Ecuador: ¿Seguridad o amenaza a la soberanía?

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La llegada de mercenarios de Blackwater, la infame empresa militar privada fundada por Erik Prince, ha encendido las alarmas en Ecuador. Organizaciones de derechos humanos denuncian que su presencia agravará la violencia, violará garantías fundamentales y consolidará la injerencia extranjera bajo el pretexto de «combatir el crimen».

El gobierno ecuatoriano ha pactado con la empresa militar privada Blackwater —rebautizada como Academi y vinculada a crímenes de guerra en Irak— para supuestamente reforzar la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (Cedhu) advierte que su operación evade controles estatales e internacionales, amenazando la soberanía y perpetuando un modelo de seguridad privatizada que lucra con la violencia.

Blackwater: Un historial manchado de sangre

La Cedhu recuerda que Blackwater y sus sucesoras (Academi, Constellis) acumulan denuncias por masacres, como el ataque a civiles en la plaza Nisour (Bagdad, 2007), donde sus mercenarios asesinaron a 17 personas e hirieron a 20. Erik Prince, su fundador y exmarine, ha expandido su negocio bajo la retórica de «ley y orden», pero sus operaciones en países como Afganistán y Libia dejaron rastros de abusos y corrupción.

El doble discurso: ¿Cooperación o colonialismo militar?

Mientras el Ministerio de Defensa ecuatoriano celebra la colaboración con Prince —incluyendo su participación en operativos en Guayaquil—, la Cedhu señala que estas empresas «no pacifican, sino que eternizan conflictos para garantizar sus ganancias». El mercenario, conocido por sus vínculos con la ultraderecha internacional y su apoyo a intentos desestabilizadores en Venezuela, ahora instrumentaliza la crisis ecuatoriana para justificar su presencia.

Soberanía vs. Mercenarización: Los riesgos

  1. Violación de derechos humanos: Sin supervisión estatal, Blackwater opera con impunidad. Su modelo se basa en la militarización de la seguridad, como en Irak, donde sus «tácticas» derivaron en ejecuciones extrajudiciales.
  2. Pérdida de control territorial: Al delegar funciones de seguridad a actores privados, Ecuador cede soberanía a intereses extranjeros. La Cedhu alerta que esto facilita operaciones encubiertas (tráfico de armas, espionaje).
  3. Negocio de la guerra: Prince no es un «aliado», sino un empresario que vende violencia. Su acuerdo con Quito podría ser el primer paso para privatizar la seguridad pública, como ya ocurre en zonas de África y Medio Oriente.

Ecuador, laboratorio del neocolonialismo armado

La presencia de Blackwater no es una solución, sino una escalada peligrosa. Lejos de reducir el narcotráfico, exporta el modelo yanqui de guerras proxy, donde empresas estadounidenses se enriquecen con crisis ajenas. Mientras el gobierno insiste en fórmulas represivas, la sociedad ecuatoriana debe cuestionar: ¿Quién gana realmente con la llegada de estos mercenarios?