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Keiko: Y dale la mula al trigo

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En otro lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez

Keiko Fujimori se hace la sueca y dizque está evaluando si postula -por cuarta vez consecutiva- al cadalso que para ella significan las ánforas de voto popular cuando todos sabemos que a la doña le fascina compulsivamente presentarse a las Elecciones Generales y, efectivamente, perder ya sea ante un panetón todinnito, una chapita de cerveza o el pokemón Pikachú, como editorializan los memes y la narrativa humorística.
Solo su descarnada avaricia de poder la hizo sucumbir ante su octogenario padre, Alberto Fujimori, y el 15 de julio de 2024 lo anunció como el candidato de Fuerza Popular para los próximos comicios (“creo que él es quien debe llevar la batuta”), sin embargo, el exautócrata, que tenía un cuadro clínico complicado, falleció dos meses después (el 11 de setiembre) y la dejó políticamente más huérfana.
Entonces, Keiko, cóctel en mano, ha tenido que volver de puntillas sobre sus pasos y treparse nuevamente a una inminente postulación porque ni su ego ni sus amaestrados seguidores estarían a gusto con un fujimorismo sin algún Fujimori a la cabeza y, que se sepa, Kenji, el hijo que más luchó por la liberación o el indulto del “Chino”, anda más ilusionado y sonriente con su “Tampoco tampodcast” que con cualquier responsabilidad política.
De momento, según Ipsos, la lideresa de los naranjas comanda las preferencias ciudadanas, si las elecciones fueran mañana, con un irrisorio 12%, seguida de López Aliaga, Carlos Álvarez y Hernando de Soto (este último, otro terco que a los 83 años va por su tercera aventura presidencialista ya confirmada). Un pelotón de aspirantes ciertamente pegado a la derecha, pero, a decir verdad, el primer lugar lo ocupa el descontento de los peruanos evidenciado en ese 30% de voto blanco/viciado/nulo.
Lo que también resulta un hecho es que la proliferación de partidos políticos obliga a la confección de alianzas para tratar de amenguar la polarización de simpatías y lo que a nosotros nos preocupa es que, en el afán de proseguir con la mesa servida, no haya reparos en la fusión de las mismas agrupaciones que nos han gobernado en este quinquenio, es decir izquierdosos, caviariones, diestros, derechosos a ultranza; es decir, perro, perico y gato.
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“Le fascina compulsivamente presentarse a las Elecciones Generales y, efectivamente, perder ya sea ante un panetón todinnito, una chapita de cerveza o el pokemón Pikachú”.