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Incapacidad de acción permanente

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En otro lenguaje

Por: Jaime Asián Domínguez (*)

¿Cómo definir al Perú de hoy? En verdad, es una pregunta difícil de contestar. Y no porque falte caldo de cultivo, sino porque duele en el alma describir la triste realidad social, política y económica que atraviesa el país bendito que nos vio nacer. Haciendo de tripas corazón, empecemos por aceptar que la delincuencia se nos ha trepado a la cabeza. Literalmente, los peruanos caminamos con una pistola apuntándonos, sin que haya siquiera una mediana solución a la vista. Apenas meros disparos al aire.

De la urgencia hemos pasado a la emergencia, sin embargo, la versión oficial es que vivimos en el país de las maravillas. Una ceguera que va de la mano con la inacción y la palabrería. Una mandataria que, en respuesta por la crítica fundada de la prensa, gobierna para sus adentros, con un estentóreo silencio. Y un Congreso dominado por la desvergüenza, donde, por ejemplo, es normal que un padre de la patria pida seguro privado para la exesposa y también para la actual pareja. Sin olvidar al sinnúmero de mochasueldos.

La indolencia se abre paso inexorablemente. Hasta persiste una especie de burla hacia las penurias generales. Ahí tenemos al despistado ministro que asegura que “en el Perú no se pasa hambre y comemos contundente”. Estará hablando de la mesa de su casa porque las ollas comunes humean de rabia por la falta de alimentos para el menú diario. O del suculento buffet de 80 soles con que se atragantan los “otorongos” que no comen “otorongos”. “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”, dice George Orwell en Rebelión en la granja. 

Y, claro, la ojeriza de la gente contra esta nefasta clase política que nos gobierna es contundente a través de las encuestas. Para muestras, dos botones: El 92% desaprueba al Parlamento y 5% lo aprueba, mientras que la Presidenta es rechazada por el 90% de compatriotas y solo un 5% le tiene paciencia, según el IEP. Es decir, la legitimidad se fue al tacho, la representación es una quimera y sabe Dios qué nos depara el futuro próximo en medio de esta escasez de eficiencia y empatía.

(*) Analista político y consultor de contenidos


“Literalmente, los peruanos caminamos con una pistola apuntándonos, sin que haya siquiera una mediana solución a la vista”.