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Del anuncio de fusión a la canción del Gato Ron Ron, o el anuncio de la vulneración de la población más vulnerable

Clody Genaro Guillén Albán Sociólogo / Máster en Intervención Social

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Clody Genaro Guillén Albán
Sociólogo
Máster en Intervención Social


En medio de una de las más bajas desaprobaciones presidenciales de las últimas décadas, dos hechos han marcado la variopinta política social peruana: el anuncio de la fusión de ministerios en el Congreso y el canto el Gato Ron Ron en un auditorio de niñas y niños.
Ante el silencio de las autoridades sobre la fusión de ministerios, parece evidente la fusión del Ministerio de la Mujer (MIMP) y el Ministerio de Desarrollo Social (MIDIS) y, como ya es usual en este Gobierno, la mediocridad de sus funcionarios es la causa de que hasta el momento no se cuente con un proyecto concluido que justifique tal fusión. No es posible que un acto de política social tan trascendente se desarrolle con un proceso técnico tan pobre y para corresponder a los favores políticos de la derecha ultraconservadora que mantiene a la Presidenta en el poder.
Quienes reclaman la fusión del MIMP con el MIDIS olvidan que el MIMP también tiene rectoría en políticas sobre adultos mayores, personas con discapacidad y niñas, niños y adolescentes en riesgo o en desprotección familiar. Bajo la jurisdicción del MIMP se encuentra el INABIF, programa nacional que tiene a su cargo los hogares para niños en desprotección y los servicios para la atención de las familias vulnerables y de las niñas, niños y adolescentes que trabajan, mendigan o viven en las calles. Así, con la fusión no sólo pierde espacio político el tema mujer, sino también se vulnera a la población más vulnerable, aquella que está en situación de pobreza y que tiene menos oportunidades para insertarse en la economía formal y en la sociedad.
En este sentido, el canto de aquella canción de cuna que escuchábamos de nuestras madres como expresión de su cariño y preocupación, además de haber generado cientos de memes, pone en evidencia la improvisación del Gobierno para atender los temas de infancia, esa infancia a la que se intentó agradar, pero que es olvidada en los presupuestos públicos para implementar acciones a su favor, tanto en educación, salud y protección social.
Sabido es que las niñas, niños y adolescentes no han sido importantes para los últimos gobiernos y el actual no es la excepción, al menos así lo evidencia la presencia de Ministros que justifican las violaciones de niñas diciendo que son prácticas culturales o de los que afirman que hasta en los rincones más alejados se come contundentemente.
Si bien los programas y servicios del MIMP han sufrido un desgaste y deben ser actualizados, ello no es sinónimo de desaparecerlos y si más bien de fortalecerlos, para lo cual, además de asignar recursos y establecer mecanismos de control de la eficacia del gasto para garantizar la calidad de los servicios para la mujer, familia e infancia a cargo del MIMP, se requiere ajustar sus procesos y mejorar sus impactos, agregándose componentes que estén orientados a la habilitación social, a la generación de oportunidades y a la construcción de ciudadanía; aunque ninguna acción que se lleve a cabo surtirá el efecto que se espera si antes no se les libera de la corrupción y la falta de integridad de sus funcionarios, lo cual es necesario incluso si se llegaran a materializar la voceada fusión del MIMP y el MIDIS.