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La pobreza de los “Waykis” y “Niños”

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En Otro Lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez (*)

El Perú cada día es más pobre, no solo en el orden económico, como lo refrendan las últimas cifras del INEI; también a nivel ético y moral, siendo los poderes Ejecutivo y Legislativo las zonas de mayor confort de la corrupción, la desvergüenza política, la cuchipanda y una insensibilidad sin precedentes frente a las urgencias nacionales. No son gratuitos, en consecuencia, los altísimos porcentajes de desaprobación ciudadana de la tambaleante presidenta Dina Boluarte y los impresentables congresistas de la República, con honradas excepciones.
Esta pobreza generalizada ha ocasionado, por ejemplo, que miles de compatriotas, con el dolor de su corazón, en ascendente flujo migratorio, agarren sus maletas y dejen el país para descontaminarse de los políticos en involución que nos gobiernan, zafarse del caos social imperante y, fundamentalmente, trabajar dejando la piel para tentar darle una mejor calidad de vida a la familia. Pedro Castillo, su sucesora en Palacio y los “padrastros de la patria” son responsables directos de esta gran decepción, seguida del éxodo.
Y lo que más duele y lacera todos los sentidos es que esta camada de autoridades nos cree caídos del palto, proclives al engaño, sin capacidad de reacción y raciocinio; en buen romance, fáciles de tomar el pelo. De lo contario no tendrían la desfachatez de hacer lo que hacen: mentir con todo el cuajo del mundo (no me lo regaló, me lo prestó), aumentarse el sueldo, precisamente, en tiempo de vacas flacas para el pueblo y hasta sentarse como buenos en inodoros de última gama. Al otro lado, como bien señaló Gabriel García Márquez, “el día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo”.
Así de cruda y pestilente es la realidad que visualiza el peruano de a pie. Con una “mamá de todo el Perú” sindicada como auspiciadora de “Los waykis en la sombra” y unos “Niños” cara de palo que gatean a sus anchas y se mean en la representatividad que les dieron sus electores. Fernando Belaúnde Terry agarraría a lampazos al tal Darwin Espinoza, por decir lo menos.

(*) Periodista y Consultor de contenidos

“Y lo que más duele y lacera todos los sentidos es que esta camada de autoridades nos cree caídos del palto, proclives al engaño…”.