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Qué me mira, cadete (II)

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En Otro Lenguaje

Por: Jaime Asián

@jaimeasian

Cómo olvidar las cuadras y los camarotes del CMEA, epicentro de la convivencia internada. El “Malacate”, que no era otra cosa que una extensa fila de duchas donde todos nos mirábamos con pelos y señales.
El bendito fusil corto-reformado de dotación, utilizado en la guerra del 41 con Ecuador, que había que cargarlo a todos lados, limpiarlo con un baquetón y cuidarlo más que a la enamorada.
El esperado mejoramiento de rancho de los días jueves, con gaseosa incluida. Las campañas hacia los desiertos para practicar tiro. Ese maldito Fusil Automático Pesado (FAP), que tenía un bipié para la posición tirador parado, pesaba una barbaridad. Si hacías “huevo”, o sea cero balas en el bull, comías tu pedazo de caca de vaca seca y a llorar a la playa. Los dientes se ponían color verde petróleo.


Las esperadas salidas de los viernes (el cuerpo lo sabía), para ver a la familia o a la enamorada. Los servicios de guardia. La verdad es que daba caché ser ‘Oficial de guardia’ en la entrada del plantel, además del privilegio de tener el teléfono fijo a la mano. Lo jodido era hacer turno en los puestos oscuros del colegio con las consabidas historias de que “allí penan” o “hay fantasmas”.
Y, por supuesto, claro que sí, el ‘asedio’ de las chibolas, que morían por tener un cadete, de elegante uniforme azul, como pareja para lucirse con él en las fiestas o quinceañeros. Esa etapa, entre los 14 y 17 años, los años maravillosos, evoco hoy con cierta nostalgia, pero también con sobrada alegría porque nuestro querido Colegio Militar Elías Aguirre sigue dando la batalla en la formación de promociones, pero ninguna como la XX. De eso estoy seguro.
Permiso mi técnico para retirarme…

*Escribo estas líneas a propósito del caso de los alumnos del Colegio Militar Leoncio Prado que formaron desnudos, por orden de su superior, en horas nocturnas. Castigos, los de mis tiempos. Y lo digo sin ánimo de justificar absolutamente nada.

(Sumilla)
“La verdad es que daba caché ser ‘Oficial de guardia’ en la entrada del plantel, además del privilegio de tener el teléfono fijo a la mano…”.

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