Recientemente se recordó un año de la guerra que aún se libra en territorio de Ucrania y que tiene al mundo en tensión. La “Prensa Grande” usó la circunstancia para pergeñar “balances” y diseñar escenarios no siempre reales. En lo fundamental, ellos estuvieron guiados por las simpatías políticas de quienes los alimentan. Es bueno, entonces, aportar elementos orientados a percibir una visión más objetiva de los hechos. Veamos
Aunque se admite que la guerra comenzó en febrero del año pasado, realmente se inició en 1991. Con la desaparición de la URSS, Ucrania alentó su propio protagonismo. Consciente de su ubicación geográfica, Kiev -luego del régimen soviético- buscó jugar un papel de “equilibrio” entre Oriente y Occidente. Se valió para eso, de la misma composición de la sociedad ucraniana integrada por “europeos” y “eslavos”.
Desde el 92 y hasta el 2013 el régimen de Kiev -alentado por la Casa Blanca y la gran burguesía europea- buscó jugar una partida a dos bandas. Miró a Europa con creciente simpatía, pero procuró mantener sus lazos con Rusia consciente de su rol como “puente” entre las capitales occidentales y Moscú. Este escenario hizo crisis cuando la UE exigió a Kiev consolidar sus vínculos, rompiendo palitos con el mundo oriental. Aunque el gobierno de Yanukovich hizo alguna resistencia a esa política, ella fue captando adeptos. En febrero del 2014 ocurrió el “Golpe del Maidán”, una asonada que derribó al gobierno. e impuso un viraje a Occidente. El sentimiento anti Ruso afloró con fuerza en Kiev, y derivó en una política de ese signo sobre todo en la parte oriental del país.
Continúa en nuestra sección impresa:Diario Uno | Domingo 26 de febrero del 2023