Nuevo Gobierno o Nueva Constitución

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    El Perú desea y necesita un nuevo gobierno, no hay duda alguna, existe consenso político nacional para que ello suceda, gobierno y oposición, derechas e izquierdas,  han acordado y votado por recortar el mandato presidencial y congresal y adelantar las elecciones. Lo que se debate es la duración de este gobierno de salida, diciembre del 2023 o julio del 2024 y; el momento de las elecciones abril del 2024 (aprobado en primera legislatura) u octubre del 2023 (lo que debate hoy en el congreso). Tener nuevo gobierno es logro de la protesta ciudadana que, peligrosamente, aún no se concreta y, mientras no suceda, las calles se seguirán tiñendo de sangre, la economía estancada y el empleo nacional irá en picada. Nuestros gobernantes, ejecutivo y congreso, incluso la oposición, han puesto al país en último plano, detrás de sus intereses personales y grupales. La torpeza o angurria política, lamentablemente, puede poner en riesgo la concreción de este acuerdo político existente en el país.

    Existen 2 maneras de concretar este acuerdo político: una renuncia presidencial que obligue otro gobierno congresal que convoque elecciones en cuatro meses y nuevo gobierno en ocho meses y; otra, el acuerdo congresal de ratificar el adelanto de las elecciones para octubre de este año con cambio de mando en diciembre o elecciones en abril del 2024 con cambio de mando en julio del 2024. La presidente y, sobre todo, su premier, han reiterado que no habrá renuncia y; el congreso, entre claridades repentinas y oscuridades prolongadas, al ritmo de un trompo gira y gira ensombreciendo cualquier tipo de alternativa, la que ellos acuerden, puede estropear mucho más la salida.

    La renuncia presidencial sería la salida más rápida y directa y el mayor bálsamo para la protesta social, además depende, en concreto, únicamente de la presidente Dina Boluarte; por deseo, temor, o presión no lo ha hecho pero tampoco es un signo sellado de que no lo haga. El deseo de mantenerse en el gobierno y el temor de ser encarcelada pueden ser mecanismos de sobrevivencia gubernamental, pero la presión social, política y económica provenientes del baño de sangre nacional y el estancamiento económico son una tenaza que tritura cualquier deseo o cálculo personal o gubernamental.

    Los cuatro pilares del gobierno de Boluarte son convenidos, nada sólidos: Las bancadas oficialistas paulatinamente le quitarán apoyo mientras vean que les quita opciones electorales futuras; la gran prensa cambiará de mensaje cuando vea su futuro empresarial comprometido; la gran empresa, sin visión de país, vira cuando padece el estancamiento económico y; el respaldo militar durará hasta que vean al propio gobierno como otro generador de desorden. La renuncia presidencial es un tema permanentemente abierto, que mientras más se niega, es clarinada de cercanía y certeza. Mejor sería verlo y tratarlo como un gobierno de salida, en transferencia, más que de transición.

    La aprobación del adelanto de elecciones en el congreso es un albur a expensas de la discapacidad congresal, dependemos de individualismos y “grupetes”, uno más mezquino que otro, lo que acuerden, puede ser más peligroso a lo que padecemos, solo un “chiripazo” podría producir algo mejor. El congreso, por angurria, pesetea mayores días, semanas y meses para quedarse y; es cierto también, que la negociación y cubileteo entre torpezas políticas puede enredar las salidas políticas hasta hacerla inviables. El debate para adelantar elecciones a octubre del 2023, enmendando lo de abril del 2024 es claro ejemplo, la angurria por parte de las “bancadas de izquierda” viene envuelta de mezquindad nacional y oportunismo político; votaron para adelantar elecciones al 2024 sin exigir asamblea constituyente y; ahora, que la ciudadanía exige adelanto al 2023 sujetan su voto a un referéndum sobre dicha asamblea constituyente.

    Esa situación se refleja en la votación congresal de este viernes, las “bancadas de izquierda” Perú Libre, Bloque Magisterial, Peru Bicentenario y Perú Democrático votaron en bloque contra el adelanto de elecciones al 2023 junto con las bancadas de derecha Acción Popular, Avanza País, Renovación Popular y el apoyo dividido de Somos Perú y Podemos Perú. Los votos a favor juntaron, curiosamente también, Cambio Democrático-JPP con el fujimorismo, APP y votos de AP, SP, PP y no agrupados. Por eso insistimos, en el congreso, en su fiesta en trompo, cualquier cosa puede resultar, siempre algo más perjudicial que beneficioso para el país.

    La ciudadanía quiere nuevo gobierno más que nueva constitución, quiere salir de la crisis con urgencia y que se larguen todos rápido; exigir asamblea constituyente en este momento, con este congreso y esta enorme división y fragmentación nacional es una gran “pendejada”, una gigantesca mezquindad o brutal estrechez política. Hemos escrito harto sobre la necesidad peruana de revisar el pacto político impuesto en los 90 y propiciar una nueva constitución, seguimos firmes en esa apuesta, pero debe ser la labor del nuevo gobierno y no de estos impresentables que tenemos de salida. Lo peor de todo, es que esta “salida congresal”, depende del congreso y, de no haber acuerdo estos días, no aprobar el adelanto de elecciones al 2023 ni ratificarse el 2024, el fatal mensaje es que se quedan hasta el 2026, es bañar de combustible a nuestro país que está en llamas. No tendremos nuevo gobierno ni nueva constitución. Por angurria, torpeza o mezquindad es incendiar el país.

    La presidente Dina Boluarte tiene la “llave maestra”, en un acto de dignidad, con su renuncia, siempre puede forzar el adelanto de elecciones, obligaría al congreso, previa renovación de su directiva, asumir la presidencia de la república, convocar a elecciones y darnos un periodo de sosiego y serenidad para elegir, ojalá con breves ajustes normativos y en una mejorada oferta electoral, al nuevo gobierno y congreso. La gran protesta nacional, deberá exigir a los partidos mejorar sus filtros para evitar proponer delincuentes e incapaces de candidatos; a las autoridades electorales  cumplir, de oficio y sin sacar el cuerpo, su rol de depurar las listas de delincuentes y; a los ciudadanos, nos toca, la gran responsabilidad de votar más y mejor.

    A los peruanos debe quedarnos claro que esta salida, es sólo ello, una puerta de salida, no es el camino largo y profundo, de cambio en democracia, que necesitamos para resolver esta larga y profunda crisis que nos agobia. Hace 200 años nuestra lucha por la independencia fue partera de nuestra república independiente, nuestro “somos libres”; que esta crisis de nuestro bicentenario sea partera de un Perú más justo y democrático, nuestro “seámoslo siempre”.