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Tabú

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Esteban Bracamonte Luna

Sobrino… En mi época nadie estaba deprimido”, dice mi tío mientras se sirve su tercer pisco. “Ustedes están así por el celular! Ummm, claro tío. En tu época tampoco había cinturón de seguridad o sí?  todos fumaban en los buses, aviones y hasta en la mesa mientras almorzaban,


Sin contar que nadie hablaba de sus problemas porque los hombres no lloran! Pero bueno, cuéntame más de tu salud mental impecable. Voy a ser franco: nuestra generación no inventó la tristeza, pero somos los primeros en admitir que existe sin que nos manden al psicólogo como si fuéramos extraterrestres.

Ahora todos en las redes parecen influencers: cuerpos fitness, viajes a Bali, tienen sonrisas perfectas y nadie tiene problemas. Yo mientras tanto comiendo mi salchipapa delivery, viendo historias de gente en fiestas a las que ni me invitaron, pensando, e imaginando que voy a estudiar o hago con mi vida?

Literal. Ni siquiera sé si quiero estudiar derecho o dedicarme a hacer TikToks de mi perro. Y cuando caminas por el colegio ves pura gente en modo avión. Todos con cara de olvidé la tarea o dejé las cosas para última hora y ahora???  Te suena?

En otro momento viene el clásico: Por qué estás triste?” Que puedes responder? O qué esperan que respondan?  si yo supiera ya habría hecho un podcast sobre eso, por qué ahora todos saben todo.

La tristeza no es como tu mamá cuando ve tu nota de mate, que grita desde antes de entrar a la casa con todos los nombre y apellidos. Llega calladita, tipo notificación silenciada. Un día estás normal y al otro ya no sabes ni qué te pasa. Pero igual dices “todo bien” porque explicar cómo te sientes da más flojera que los trabajos grupales.

Lo que sí me ayuda no son las frases motivacionales. Es que alguien te pregunte: ¿estás bien? y se quede a escucharte sin decirte: es que tú nunca tienes ganas de nada, haces lo mínimo o todo es mental.

A veces solo necesitamos un espacio donde podamos ser nosotros sin tener que aparentar que la tenemos clara.

No tengo todas las respuestas. Tengo 17, tres trabajos atrasados y una adicción preocupante al Instagram. Pero creo que estamos sobreviviendo a un mundo que nos pide ser perfectos 24/7.

Ser joven hoy es sobrevivir con memes, con las expectativas de tus viejos, reírte de tu propio caos y avanzar, aunque no sepas a dónde vas. Es normal sentirse perdido cuando te piden elegir una carrera para toda la vida, tomate tu tiempo muchos no sabemos todavía ni qué almorzar.

Y si algún día sientes que ya no puedes más, no lo cargues solo:
Línea 113, opción 5 (Salud Mental). Gratis, 24/7.
Porque pedir ayuda no es de débiles.
Es de humanos.