Exámenes de admisión dan inicio a una época de esperanza y desesperación donde miles de jóvenes luchan por conseguir una plaza en la universidad esperada.
La decana San Marcos concentra cerca de 60 000 postulantes para su examen de admisión con solo 6 000 vacantes, mientras que en la UNI la complejidad del proceso y la exigencia académica limitan el ingreso; los costos oscilan entre S/ 400 y S/ 800 según procedencia, y el proceso en San Marcos exige además la compra del reglamento por S/ 70.
San Marcos, la más exigente
La Universidad Nacional Mayor de San Marcos realiza su examen de admisión dos veces al año, generalmente en fines de semana de marzo y septiembre, dentro de una escala de alta exigencia y selectividad.
Al año, se reportan aproximadamente 60 000 postulantes compitiendo por unas 6 000 vacantes, lo que implica una tasa de selectividad cercana al 10 %. El examen se basa en la prueba DECO®, con alrededor de 100 preguntas (30 de habilidades –incluye 5 en inglés– y 70 de conocimientos) y tiene una duración aproximada de tres horas.
Desde 2016, esta evaluación prioriza el razonar crítico más que el memorismo. En las carreras del área de ciencias de la salud, como Medicina, el examen se realiza por separado desde 2022, debido a incidentes previos.
El reglamento de admisión conlleva un costo obligatorio de S/ 70, que se paga vía Banco de la Nación o BCP, y se usa para descargar el reglamento en la OCA. Luego, el postulante debe pagar el derecho de inscripción: S/ 400 si proviene de colegio público, y S/ 800 si es de colegio privado.
La UNI, exigencia en tres jornadas
En la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), el examen de admisión también se realiza dos veces al año (febrero y agosto), en formato riguroso: tres partes en tres fechas distintas (cada una de tres horas).
La primera parte evalúa aptitud académica y humanidades, la segunda matemática, y la tercera física y química. Para Arquitectura, se añade una prueba de aptitud vocacional.
En 2020, las carreras más demandadas —Ingeniería Civil, Arquitectura, Sistemas, Mecatrónica e Industrial— reunieron más de la mitad de los postulantes, y la tasa de ingreso fue de tan solo un ingresante por cada nueve postulantes.
Respecto al costo, el prospecto de admisión cuesta S/ 90 para todas las procedencias, la inscripción ordinaria cuesta S/ 410 para postulantes estatales y S/ 780 para privados.
Existen otros montos: ingreso directo, semibecados, traslados u otros tipos tienen tarifas diferenciadas, que van desde S/ 160 hasta S/ 850, según la modalidad.
Comparativa institucional y de costos
Mientras San Marcos presenta una altísima participación y una barrera de entrada económica moderada (principalmente S/ 70 de reglamento más S/ 400–800 de inscripción según el tipo de colegio), la UNI impone una estructura de pago más compleja y variada, con un costo base en torno a S/ 500 solo para el prospecto e inscripción, y llegando a S/ 850 en algunos casos especiales.
Postura materialista crítica
El acceso a la educación pública superior en Lima revela una tensión entre la meritocracia y las barreras económicas.
Aunque universidades como San Marcos y la UNI establecen un filtro técnico elevado y los montos asociados al examen de admisión representan un costo considerable para familias trabajadoras.
El esquema de precios diferenciados, según el tipo de colegio del postulante, refuerza desigualdades estructurales: quienes estudian en colegios privados pagan casi el doble que quienes provienen de colegios estatales.
Esta dinámica produce un sesgo económico en favor de quienes ya cuentan con recursos, debilitando la igualdad formal que debería caracterizar a una educación pública. La supuesta neutralidad de los procesos meritocráticos se revela, bajo esta mirada, como condicionada por la capacidad de pago.
La competencia académica en universidades nacionales de Lima se mantiene fuerte. San Marcos enfrenta una avalancha de postulantes (60 000), con un límite claro de vacantes (6 000).
La UNI plantea un formato técnico exigente en tres etapas.
Pero ambos procesos incluyen costos que, si bien no son exorbitantes, no resultan insignificantes, especialmente cuando se suman a los gastos de preparación preuniversitaria.
En definitiva, el examen de admisión en estas instituciones públicas combina selección académica rigurosa con una carga económica que reserva la posibilidad real de ingreso a quienes pueden asumirla.