Por Esteban Bracamonte
Luna En mi casa, cuando alguien pierde algo, no hay problema. Porque ya todos saben de antemano quién tiene la culpa: Yo!
Da igual si estoy de viaje, suena mi celular , Esteban cogiste mis lentes ? No mamá tengo presbicia para que me servirían ? Por qué tú te llevas todo! Y si alguien pierde algo, me llega un grito: —¡Estebaaaaaan! Has visto mis DNI? No, no los he visto. Pero eso no detiene la investigación criminal que se activa donde soy el único sospechoso.
Dónde lo viste por última vez, mamá? Ay, si supiera, no te estaría preguntando! Y ahí comienza el clásico: mi mamá llegar al aeropuerto SIN pasaporte. No una, varias veces. Puede olvidar la cartera en el carro y darse cuenta cuando va a hacer el check-in y después decir: “¿Y si la viste, por qué no me dijiste que la bajara?”
Pero cómo iba a saber que la podías dejar? O puede decirme: Esteban, dame el pasaporte. Qué pasaporte, mamá? ¿No te acuerdas? Mamá, no. Claro que sí! ¡Me acuerdo cuando dije que lo cogieras de la mesa y te lo mostré! Cuándo? Yo empiezo a dudar y trato de teletransportarme en el tiempo.
Cuando íbamos saliendo. Qué? Sí, Esteban! ¡Tú nunca escuchas nada! ¡Vives en Narnia! Mamá abre su cartera furiosa para buscar su celular y llamar a casa y que le envíen el pasaporte y murmura “ojalá no perdamos el vuelo, con una mirada aniquiladora …
Y oh sorpresa ahí está: El pasaporte. Tranquilo, descansando, al fondo del bolso. Ella se sonríe , tratando de minimizar lo sucedido , ahí mira acá está, seguro tú lo pusiste ? Pide perdón? No. Agradece mi paciencia de santo? No. Me sonríe como político en campaña: Bueno, pero igual tenías que haber revisado amor ! QUÉEEE?! Ahí empieza el escape room doméstico versión extrema. Pero si es la situación contraria … mamá has visto mi celular, ella ni se Mueve, sigo buscando por toda la casa, como detective del FBI.
Abro cajones, meto la cabeza en el refri (donde una vez apareció el iPad, por cierto, que mi hermana guardo ), levanto cojines y Nada. Mamá, no está! Claro que está! Sino haz salido hace 4 días de tu cueva! Te juro que no…
Ella responde: Busca bien! Ah. Busca bien. Dos palabras más ofensivas que un puñetazo emocional. “Busca bien” es cuando tu madre te observa desde el marco de la puerta con los brazos cruzados mientras tú estás sudando, gateando con una linterna en la boca como si fueras Indiana Jones buscando tu celular perdido. Y entonces ella entra. Con paso lento. Tipo película de terror. Mira la mesa donde ya buscaste como 9 veces. Y ahí están. El celular.
Ves? —dice. Veo qué? Que el que busca… encuentra. En ese momento, Me quiero ir a vivir con monjes tibetanos que no usan celulares, pasaporte y demas. O que al menos no te gritan si los pierden. Pero el capítulo final siempre es el mismo. Cinco minutos después: Esteban… ¿has visto mi lentes?
Spoiler final: Lo tiene en la cabeza . Y ahí, queridos lectores, uno comprende la ley universal del hogar: “Busca bien” solo aplica para los hijos. Las mamás nacen con inmunidad diplomática.