JAVIER BERECHE SÍ SABÍA QUE CONTRATABA A UN GERENTE SIN TÍTULO
Bereche tuvo acceso a la carta enviada por la universidad Ricardo Palma donde se
aclaraba que su gerente Postigo no tenía título universitario.
El caso de Ramiro Postigo Castro ha sacudido los cimientos de Caja Piura, pero lo más grave no es que un ciudadano sin título universitario ni habilitación profesional haya llegado a dirigir dos de las gerencias más importantes de la entidad financiera.
Lo alarmante es que su ascenso fue respaldado, impulsado y defendido por el presidente del Directorio, Javier Bereche Álvarez, quien ahora en la emisora RPP, intenta desvincularse del escándalo alegando desconocimiento, buena fe y medidas de corrección tardías que no se sostienen frente a los documentos y los hechos.
A continuación, se expone punto por punto las mentiras y omisiones vertidas en dicho medio por el señor Bereche, contrastadas con las pruebas obtenidas por este diario y los documentos oficiales del caso.
1. LA FALSA DISTANCIA: “NO LO
CONOCÍA PREVIAMENTE”
En declaraciones a RPP, el presidente del Directorio aseguró no haber conocido previamente a Ramiro Postigo, afirmando que lo identificó recién durante el proceso de evaluación en
2024. Sin embargo, nunca existió tal proceso.
La empresa que presentó a Postigo como asesor externo fue GETIME S.A.C., de la cual él mismo es accionista. En otras palabras, se “contrató” una empresa de fachada para colocar al propio Postigo como asesor del Directorio. ¿Quién autorizó esa contratación? El directorio presidido por el mismo Bereche.
Más aún, Bereche no solo avaló su ingreso, sino que respaldó su designación públicamente ante los medios públicos, describiéndolo como “el financiero más completo del Perú”. Fue él quien propuso a Postigo para asumir simultáneamente la Gerencia de Administración y Finanzas y la Gerencia de Negocios. Y lo siguió defendiendo hasta el final. Ahora que el escándalo estalló, pretende desconocerlo. Pero su respaldo y cercanía con el exgerente están registrados en actas, discursos y decisiones administrativas. Entonces, ¿cómo puede hoy afirmar que no lo conocía previamente, cuando todo indica que fue él quien lo impulsó, lo contrató, lo promovió y lo protegió hasta el final?
2. LA COARTADA DE LA BUENA FE:
“VALIDAMOS SUS GRADOS EN
SUNEDU”
Bereche intentó justificar la contratación de Postigo alegando que la institución validó su maestría en SUNEDU. Sin embargo, la Sunedu no registraba ningún grado de bachiller ni título profesional a nombre de Ramiro Postigo, lo cual era de fácil constatación para Caja Piura pues ambos registros —grado y título— son obligatorios y forman parte de la plataforma pública de verificación profesional. Entonces, ¿cómo es posible que Caja Piura, entidad financiera supervisada por la SBS, omitiera una verificación elemental y permitiera que alguien sin título ni grado ocupase cargos estratégicos? Más grave aún: el propio Postigo presentó un grado de bachiller falso, presuntamente expedido por la Universidad Ricardo Palma, lo que constituye un delito de falsificación documentaria ya investigado por el Ministerio Público.
A ello se suma otra falsedad de Bereche: sostiene que recién tomó conocimiento de las irregularidades después de la renuncia de Postigo en febrero de 2025. Falso. El 21 de febrero, tres días antes de la renuncia, la Caja Piura recibió una carta notarial de regidores solicitando información sobre la formación académica de Postigo.
Su renuncia el 24 de febrero fue claramente estratégica, un intento de evadir una inminente exposición. Pero la Caja, lejos de investigar, aceptó su salida en silencio. Si ya había indicios de irregularidades, ¿por qué no se inició ninguna acción? Bereche esperó a que el escándalo estallara en los medios para recién iniciar una “auditoría interna”. Esa no es buena fe: es encubrimiento institucional.
3. LA GRAN OMISIÓN: “SOLO
FALTA SU BACHILLERATO”
Bereche también minimizó el escándalo alegando que lo único irregular era la falta de bachillerato. La verdad es que Postigo nunca terminó la carrera. Según respuesta oficial de la Universidad Ricardo Palma, estuvo matriculado desde 1981 hasta 1992 y jamás egresó. Desaprobó sistemáticamente cursos básicos como Lenguaje I, Matemática I, Contabilidad General II y Estadística II. Pese a no tener ni grado ni título, ni pertenecer a colegio profesional alguno, Postigo fue designado gerente de Administración y Finanzas y, de forma paralela, de Negocios. Cargos que, según el Manual de Organización y Funciones (MOF) de la Caja, exigen obligatoriamente contar con grado universitario y maestría en áreas
financieras o económicas. ¿Qué hizo en esos cargos? Gestionó recursos institucionales, aprobó operaciones millonarias, firmó documentos oficiales y participó en decisiones de política financiera. El daño institucional es incalculable.
¿Cómo alguien sin formación técnica mínima pudo alcanzar el escaño más alto de ejecución financiera en la Caja?
Porque Javier Bereche lo permitió.
4. LA FALSA CORRECCIÓN: “YA SE
REVISARON LOS PERFILES”
Bereche señaló públicamente que se ha iniciado una revisión de perfiles en marzo y que se está actualizando el Manual de Organización y Funciones (MOF) para garantizar la idoneidad del personal. Pero esa afirmación oculta más de lo que revela. Primero, ese proceso ya se realizó y fue absolutamente lapidario: el Informe N.º CMP-GGT-INF-025-082, de abril de 2025, elaborado por la propia Gerencia de Gestión de Talento de Caja Piura, concluyó que la mayoría de gerentes designados durante la gestión de Bereche no cumplen con los requisitos mínimos exigidos por el MOF. Es decir, los perfiles ya fueron revisados, y el resultado fue escandaloso. Sin embargo, no se adoptó ninguna acción correctiva: los funcionarios observados siguen en sus cargos, como si nada hubiese pasado.
Entonces, ¿a qué se refiere ahora con una nueva revisión? ¿Cuándo inició realmente esa auditoría que hoy anuncia con solemnidad? ¿La ha comenzado recién ahora, cuando el caso ya estalló públicamente y la Fiscalía ha avanzado con una investigación penal que incluye múltiples requerimientos a la Caja Piura? Porque si así fuera, la pregunta es inevitable: ¿por qué no lo hizo antes?
La Caja ya conocía las denuncias desde el mes de marzo, cuando recibió una serie de requerimientos de la fiscalía advirtiendo las irregularidades en el perfil de Ramiro Postigo. Pero guardó silencio. No investigó. No sancionó. Encubrió. Y ahora que el caso ha salido a la luz y hay un proceso penal abierto, “milagrosamente” decide actuar.
Más preocupante aún: ¿a quién le pide Bereche que investigue? Al Gerente de Auditoría Interna, César Cruz, un funcionario que también fue designado durante su gestión y que
tampoco cumple con los requisitos del MOF. Cruz ejerció la jefatura sin tener título en la carrera exigida, ni colegiatura habilitante durante más de dos años, recién regularizada a
fines de 2024.
¿Y quién debe revisar los perfiles? La Gerente de Gestión de Talento, María Gallo, otra funcionaria designada por Bereche que tampoco cumple con el grado de maestría exigido para su cargo. Una persona sin los requisitos mínimos está encargada de verificar el cumplimiento de requisitos de los demás.
Así se cierra el círculo: Bereche pide que se auditen las irregularidades a los mismos que las representan. A quienes él mismo colocó en el poder, pese a no estar calificados. ¿Cómo esperar una auditoría real cuando se encomienda a funcionarios que se encuentran en la misma situación que el investigado Ramiro Postigo?
Otorongo no come otorongo. Todo esto dibuja un entramado institucional de nombramientos irregulares, amparado y sostenido por Bereche, donde se ha desnaturalizado la meritocracia para dar paso a una red de confianza personal y favores internos. Habla de renovación, pero sus acciones revelan otra cosa: un uso político y personal del aparato institucional de la Caja. ¿Es ese el “cambio” que ofreció a la ciudadanía? ¿O el verdadero objetivo era construir una estructura a su medida, sin filtros, sin controles, y sin rendición de cuentas?
LA CAJA, TOMADA
POR LA MENTIRA
El presidente del Directorio de Caja Piura no puede alegar ignorancia. Las pruebas demuestran que conocía, promovía y encubría. Desde la contratación por una empresa fachada, hasta el respaldo público y la omisión deliberada de controles, el caso Ramiro Postigo es solo el síntoma de un problema más profundo: la captura institucional de Caja Piura por parte de una gestión que pisoteó los filtros meritocráticos y legales. Hoy, miles de piuranos tienen derecho a exigir explicaciones, sanciones y la renuncia inmediata del presidente del Directorio. Porque lo que está en juego no es solo el prestigio de una entidad emblemática, sino la confianza de toda una región. Caja Piura no puede seguir dirigida por quien mintió a sus trabajadores, a los medios y a la ciudadanía.