En otro lenguaje
Consultor de contenidos y analista político – @jaimeasian

Ver a Fernando Rospigliosi en su curul carcajeándose a toda barriga y dientes afuera luego de que el Congreso aprobara, en primera votación, la reforma constitucional que restituye la inmunidad parlamentaria, fue una evidente señal de que explotaba de satisfacción por haber logrado lo que él y la mayoría de sus congéneres perseguía: curarse en salud de cara a posibles investigaciones judiciales. Fueron 92 votos a favor, 25 en contra y 1 abstención; o sea, una amplia manada que busca ser intocable a partir del próximo quinquenio.
El discípulo de Keiko Fujimori, a la sazón presidente de la Comisión de Constitución, alega que en otros países también tienen la inmunidad parlamentaria y no es algo novedoso, pero lo que no dice es que nuestro Legislativo se ha ido degradando precisamente porque los llamados “otorongos” incurren en una serie de delitos -como mocharle el sueldo a sus trabajadores- y nada garantiza que con la bicameralidad se cortarán las uñas (o garras), no meterán prostitutas como asesoras y dejarán de proteger a la sanguinaria minería ilegal.
Estamos ante el peor Congreso de la historia a decir de los entendidos, las encuestas y de la propia población, y resulta intolerable que ellos mismos, con un descaro a prueba de balas, se refugien en leyes de beneficio personal y partidario. “(La inmunidad parlamentaria) fue cambiada por el ‘Lagarto’ Vizcarra en el año 2019. Entonces se ha restituido lo que siempre ha existido en el Perú y en todo el mundo democrático” es la defensa cerrada de Rospigliosi. Así las cosas, solo un milagro frenaría la iniciativa de marras en la necesaria segunda votación en la siguiente legislatura ordinaria.
La encuesta de Datum Internacional publicada ayer por El Comercio también es categórica: 88% de peruanos desaprueba a este Congreso que busca la impunidad a toda costa y solo un 8% lo aprueba, que deben ser los familiares de los “Niños”, de los “Mochasueldos” y de toda esa gama de “padres de la Patria” que llegan a calentar asiento (cuando van, porque las comisiones paran vacías) y relamerse con el tremendo bufet y el sueldazo que reciben casi por nada. ¡Y así no juega Perú!
“Así las cosas, solo un milagro frenaría la iniciativa de marras en la necesaria segunda votación en la siguiente legislatura ordinaria”.