En otro lenguaje
Por: Jaime Asián Domínguez

El atentado a balazos a un bus del Corredor Rojo repleto de pasajeros, en plena avenida Javier Prado, es una nueva campanada de alerta sobre el nivel de ferocidad y resolución con que opera la criminalidad en nuestro país, sin que el accionar del Gobierno nos garantice que se está dando la pelea con las herramientas adecuadas y que vendrán días mejores para una población que ya no sabe para dónde correr ni en quién creer.
Sabe Dios qué pasará hasta el 28 de julio de 2026, pero ese día, cuando Dina Boluarte abandone finalmente la Presidencia, este problema mayúsculo de creciente violencia en las calles pasará a manos de un nuevo mandatario -elegido por voto popular- que ojalá tenga la sapiencia, el equipo, la estrategia y la autoridad para poner orden. Y aquí ya le cabe, también, un grado de responsabilidad mayor a la gente al momento de sufragar.
El Perú no soportaría cinco años más de incapacidad gubernamental frente a la delincuencia común y el crimen organizado. Nos iríamos directo al barranco. El diagnóstico es conocido: hay corrupción en las instituciones de seguridad y justicia (PNP, Fiscalía, PJ), el Congreso juega a favor del delito, faltan oportunidades laborales, la Policía tiene recursos insuficientes, albergamos un elevado número de inmigrantes ilegales, etc. No sabemos si necesitamos un Bukele, pero sí a alguien que golpee con decisión la mesa y pise fuerte con soluciones inmediatas.
De momento, muchos compatriotas están cerrando sus negocios (bodegas, tiendas, peluquerías, emprendimientos) huyendo de las extorsiones y, de ese tanto, un buen número ha dejado el país; tomar un ómnibus puede ser un pasaje a la muerte; hablar por teléfono caminando es un peligro igualmente mortal; en buena cuenta, vivimos a salto de mata y, como dijimos, esta será la pesada agenda con que se encontrará el presidente que salga de ese descomunal número de agrupaciones políticas en competencia.
“Detrás de tanto dolor y destrucción se huele el tufo… del estiércol del diablo”, dijo el papa Francisco abordando precisamente la problemática social. Sí, pues, aquí tenemos diablos, demonios y monstruos prófugos que le han hecho un daño terrible a nuestra patria, pero la benevolencia de una clase política igual de perversa los mantiene a buen recaudo.
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“No sabemos si necesitamos un Bukele, pero sí a alguien que golpee con decisión la mesa y pise fuerte con soluciones inmediatas”.