Exprimera dama eludió la justicia minutos antes de conocerse el fallo judicial.
Consiguió asilo político en Brasil, donde la anulaciones de los casos Lava Jato podrían favorecer su situación legal.
La elección de São Paulo como destino para Nadine Heredia no es casualidad. El martes 15 de abril, mientras el Tercer Juzgado Colegiado de la Corte Superior Nacional del Poder Judicial condenaba a 15 años de prisión efectiva a la exprimera dama y a su esposo, el expresidente
Ollanta Humala, por lavado de activos provenientes de Venezuela y Odebrecht, ella ya se encontraba refugiada en la Embajada de Brasil
solicitando asilo político.
HISTORIA DE UN ASILO
PREMEDITADO
El tribunal, presidido por la jueza Nayko Coronado, determinó que los aportes recibidos por el Partido Nacionalista durante las campañas de 2006 y 2011 provinieron de fuentes ilícitas. Sin embargo, cuando se dictó el fallo, Heredia ya había desaparecido.
Su abogado justificó la ausencia alegando motivos de salud, pero la realidad era otra: a las 11:15 de la mañana, apenas veinte minutos antes de la lectura del veredicto, Heredia había ingresado a la sede diplomática brasileña en Lima, según informó el canciller Elmer Schialer.
“La decisión del asilo se ha tomado en el minuto que el juzgado decidió
ejecutar arbitrariamente esta condena”, declaró Wilfredo Pedraza, abogado de Humala, intentando justificar lo que parece una fuga
planificada. Sin embargo, fuentes judiciales revelan que las conversaciones sobre un eventual pedido de asilo habrían comenzado entre noviembre y diciembre de 2024, cuando ya se vislumbraba el probable desenlace condenatorio.
LULA, SAO PAULO
Y EL REFUGIO DE LA
IMPUNIDAD
La elección de São Paulo como refugio responde a varios factores estratégicos. Esta metrópoli, capital económica de Brasil,
alberga la sede central de Novonor (antes Odebrecht) y fue escenario de gran parte de las negociaciones del caso Lava Jato. A diferencia de Brasilia, ciudad administrativa, o Río de Janeiro, considerada más insegura,
São Paulo ofrece mayor discreción y seguridad para la exprimera dama fugada. No menos relevante resulta el interés personal que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva habría mostrado en el juicio peruano. Una condena a Humala y Heredia por fondos de Odebrecht lo involucra indirectamente, pues en la sentencia se consideraron
válidas las declaraciones de Jorge Barata y Marcelo Odebrecht sobre una contabilidad paralela en la empresa y un presunto pedido del propio Lula para financiar la campaña nacionalista en 2011.
El aspecto más favorable para Heredia en Brasil es que, incluso si un futuro gobierno revocara su asilo, las leyes internacionales y brasileñas le permitirían viajar a un tercer país seguro antes de ser deportada. Además, cualquier intento de extradición enfrentaría un obstáculo
crucial: los procesos Lava Jato que fundamentan su condena fueron anulados en Brasil, lo que convertiría los cargos en hechos sin validez jurídica dentro del territorio brasileño.
De esta manera, la exprimera dama peruana ha logrado evadir la justicia de su país con una maniobra que parece calculada con meses de anticipación, aprovechando las contradicciones jurídicas entre ambos países y las protecciones que el derecho internacional otorga a los asilados políticos, aunque su caso esté vinculado a delitos de corrupción y no a persecución ideológica.