Células durmientes de Daesh intensifican sus ataques en medio del vacío de poder tras la caída del régimen de Al-Asad
La calma precaria en el noreste de Siria se ha quebrado con un alarmante resurgimiento de la actividad terrorista. Según reportes de organizaciones de monitoreo, al menos trece ataques atribuidos a células residuales de Daesh han sacudido las provincias de Deir Ezzor y Hasaka en lo que va de abril. Estos operativos, que incluyen emboscadas contra fuerzas kurdas y ataques directos contra civiles, revelan una reorganización estratégica del grupo extremista que aprovecha la frágil situación de seguridad en la región.
Tácticas renovadas en terreno fértil
Los ataques recientes muestran un modus operandi más sofisticado que en años anteriores, con operaciones coordinadas que evaden los controles de seguridad. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos alerta sobre el preocupante incremento de bajas, aunque las cifras exactas siguen siendo difíciles de verificar en medio del caos reinante. Este repunte violento ocurre en zonas bajo control nominal de las Fuerzas Democráticas Sirias, pero donde la autoridad real se ha visto erosionada por las luchas internas y la disminución del apoyo internacional.
Vacío pos-Asad: incubadora del caos
La caída del régimen de Bashar al-Asad no trajo la estabilidad esperada, sino una compleja fragmentación del poder. Con instituciones colapsadas y fuerzas de seguridad desarticuladas, vastas áreas del territorio sirio se han convertido en santuarios para grupos armados. Analistas señalan que Daesh está capitalizando este vacío, reconstruyendo sus redes logísticas y reclutando entre poblaciones desencantadas con la transición fallida. Mientras las facciones opositoras se disputan el control, los civiles quedan atrapados en medio de una violencia que parece no tener fin.
